El reto de la aventura

La 2 de Televisión Española emite a partir de mañana, a las 19.30, 14 nuevos episodios de la serie documental Al filo de lo imposible, dirigida por Sebastián Álvaro, aventurero y hombre de televisión, que ha apostado durante los últimos diez anos por mostrar a los telespectadores que los retos más arriesgados son posibles. Alvaro y su equipo llevan más de una década dedicados a los documentales de aventura, de los que han realizado ya más de 70, desde mediados de los años ochenta. "Todo el conjunto de los programas ofrece un nivel técnico documental muy elevado, y un nivel deportivo, de aventura, extraordinario2, afirma el director. Cada episodio de la nueva entrega ha contado con un presupuesto medio de seis a ocho millones de pesetas. La serie se ha vendido ya a más de 15 países. "Cada programa es casi una película en sí, no sólo por la cantidad de cosas que nos pasan, sino, sobre todo, por el esfuerzo del equipo de no engañar al telespectador y hacer honor al título, es decir, que las cosas que pasen ocurran real mente al Filo de lo imposible Son cosas extraordinarias, pero hechas por gente corriente", ex plica Sebastián Alvaro, que destaca la importancia del equipo del programa como factor clave para su realización.

Seis o siete hombres y mujeres de televisión, pero también aventureros y deportistas de élite, componen el equipo fijo del programa. A ellos se añaden más componentes, en función de las características de cada expedición. "Es un equipo un poco especial, para hacer un programa un poco especial. Yo creo que lo que reúne la gente es una doble cualidad, que es un amor por la aventura en líneas generales -en particular, cada uno especializado en un ámbito deportivo, desde volar, parapente, escalada, buceo, alta montaña, espeleología...-, pero luego, además, son hombres que hoy en día ya son hombres de televisión, es decir, que fundamentalmente nosotros sabemos que por encima de nuestras preferencias lo que hacemos es un determinado trabajo, que en este caso es un documental para televisión", dice el director.

El primer episodio de esta etapa, Fiesta en el aire, está realizado en Ocaña (Toledo) y rememora una aventura de Eduardo Castellanos a la que se han añadido nuevas complicaciones. El resultado es la combinación de la navegación en globo, ala delta, avioneta acrobática, parapente y caída libre. El segundo capítulo reconstruye la primera escalada realizada en el Naranjo de Bulnes a principios de siglo por Pedro Pidal y Gregorio Pérez y la escalada en solitario de Carlos Suárez. Para ello, los miembros de Al filo de lo imposible han utilizado los mismos métodos de entonces, incluso vestidos con trajes de la época.

El Himalaya

El Himalaya es también uno de los escenarios principales de esta etapa del programa. "Es uno de nuestros terrenos de juego preferidos, por lo salvaje, por lo virgen y, sobre todo, porque allí es posible la aventura señala Álvaro. Por ello, hay seis capítulos dedicados al Himalaya, en los que el equipo escala dos montañas de más de 8.000 metros, hace un recorrido a pie durante seis meses y escala un paredón de roca de más de 3.000 metros, mostrando además el entorno que rodea a las expediciones. Al filo de lo imposible mostrará también en tres capítulos la primera travesía longitudinal del Hielo Patagónico Sur. El último episodio, Diario de un sueño roto, tendrá, sin embargo, un cariz bien distinto, y estará dedicado al intento fallido de escalar el Hidden Peak, de más de 8.000 metros, por un equipo diferente al del programa. En esta expedición murieron dos miembros del grupo. "La película era mala, y dejé ese material hasta hace dos meses. Pero me di cuenta entonces de una cosa: que quizá estemos dando en Al filo... la idea de que somos superhéroes, indemnes casi como Aquiles, porque la mayoría de las aventuras son victoriosas. Y de repente me propuse contar a la gente que no todas las aventuras son así, que hay muchas veces que la historia es absolutamente amarga, sin que ello quiera decir que renunciemos ni a lo que pensamos ni a seguir haciendo aventura", concluye Álvaro.