Conseguir lo imposible
'Utopías', nueva serie de La 2, cuenta desde hoy como se pueden hacer realidad los sueños contra toda lógica
¿Es posible producir excedentes de cereal en zonas de hambruna endémica, o detener la deforestación de todo un país para conseguir invertir en un proyecto ecológico que tiene como principal beneficiario al hombre? ¿Puede una sola persona enfrentarse a las arbitrariedades del establishment norteamericano y salir airosa? Estos proyectos, utópicos para muchos, se han convertido en realidad. La 2 comienza a emitir hoy, a partir de las diez de la noche, una serie de siete capítulos que tiene como protagonistas a varias personas embarcadas en proyectos imposibles que sacaron adelante.La serie cuenta, a través de siete reportajes de 25 minutos cada uno, la historia de seis personas y una organización, Greenpeace. Cada programa está dedicado a un proyecto y sus autores y contiene, además de una entrevista con los protagonistas, una descripción de los logros que han conseguido.
"Todos los protagonistas de la serie tiene en común un fundamento ético", según León Urzaiz, director y guionista de Utopías. "La idea original era encontrar gente ejemplar que demostrara que realizar ciertas cosas no es imposible", asegura.
"En realidad, buscábamos a personas que demostraran, a través de su trabajo, una obsesión por el ser, en contra de lo que prima actualmente, el afán de tener", dice Urzaiz, que confiesa que la intención de la serie también es, en cierta medida, moralizadora, en unos tiempos en los que prima la cultura de los reality shows y el culto al individualismo. Y todo ello, a través de una realización heterodoxa, que busca fundamentalmente transmitir impresiones y estados de ánimo.
Utopías, que lleva enlatada casi cuatro años y al fin ha podido ver la luz en este mes, se rodó en Costa Rica, Estados Unidos, Holanda, Italia, Francia y España. "A pesar del tiempo transcurrido, creemos que la serie sigue igual de fresca, y los capítulos se pueden ver como si se hubieran acabado de rodar ayer mismó", concluye Urzaiz.
Árboles en peligro. El primer capítulo está dedicado a Mario Boza y Álvaro Ugalde, dos costarricenses, educados en Estados Unidos, que han logrado, con el apoyo de su Gobierno y de diversas organizaciones internacionales, especialmente nórdicas y canadienses, crear un sistema de parques nacionales en su país que ha conseguido frenar la deforestación. A la vez, han establecido una "cultura del árbol" en Costa Rica que tiene como principal beneficiario a sus propios habitantes. No sin resolver diversos problemas con los habitantes de los distintos parques -ganaderos desplazados, buscadores de oro que devastan el medio ambiente-, Boza y Ugalde se han ganado el respeto de la comunidad internacional por su tarea y han logrado que las universidades norteamericanas tengan su proyecto como modelo a seguir.
Ayuda a los más necesitados. Clara Mac Bride, una anciana norteamericana fallecida en diciembre de 1992, dedicó gran parte de su vida a ayudar a niños abandonados por sus padres al nacer. En las cuatro casas de recogida que dejó en Nueva York se encuentran niños que padecen diversas enfermedades: desde portadores del virus del sida hasta recién nacidos con el síndrome de abstinencia. Su labor, en una ciudad donde nacen anualmente 100.000 niños hijos de madres drogadictas, ha sido reconocida por numerosas organizaciones que ayudan con fondos económicos a mantener el proyecto.
El terror de los políticos. Ralph Nader, una especie de defensor del pueblo norteamericano, pero sin ningún nombramiento oficial que lo avale, es el protagonista del tercer capítulo. Este abogado estadounidense creó en los años sesenta la organización de consumidores más influyente del mundo. Con un sueldo que no supera los sesenta dólares mensuales (menos de 10.000 pesetas), Nader ha conseguido ganar pleitos a compañías como General Motors, revocar proyectos de ley del Congreso norteamericano -como el de aumentar unilateralmente el sueldo de sus componentes- y anular más de una decisión presidencial.
Una organización respetada. El cuarto capítulo trata sobre la organización Greenpeace, que, a través de sus acciones de protesta, ha conseguido diversos logros para que gobiernos de todo el mundo tengan un mayor respeto a la naturaleza. El programa está grabado en Holanda, donde se halla el cuartel general de Greenpeace, e incluye una travesía en el buque de la organización, Sirius, así como un acercamiento a la peculiar geografia holandesa.
Integridad ética. Una premio Nobel de Medicina, la italiana Rita Levi, protagoniza el quinto capítulo. Esta discípula de Ramón y Cajal, que se congratula en defender la imperfección del ser humano, descubrió que existe tan estrecha dependencia del sistema inmunológico con el sistema nervioso que ambos se pueden considerar una misma cosa. Desde una integridad ética sin fisuras, Rija Levi, miembro del comité de bioética, es referencia obligada para científicos y legisladores de todo el mundo y dirige diversos programas internacionales sobre ética. Durante el programa, expone su opinión sobre algunos temas espinosos, como la eutanasia o el aborto.
Oasis en el desierto. Los Kunkel son un matrimonio sui géneris dedicado a restaurar regiones desertizadas. Implantando en desiertos formas de vida modestas, han demostrado que ellas solas se encargan de mejorar el medio ambiente hasta el punto de hacer posible la aparición de otras formas de vida más complejas. El reportaje, grabado en Almería, muestra la casa de los Kunkel, un verdadero ejemplo de la veracidad de sus tesis.
Lucha contra el hambre. El argelino Pierre Rabhí, el protagonista del último capítulo, ha conseguido hacer realidad un proyecto verdaderamente utópico, como el de lograr excedentes de cereales en Burkina Fasso cuando este país se hallaba inmerso en una hambruna endémica. Desde Francia, Rabhí, un verdadero sabio enciclopedista moderno, dirige un centro de formación de campesinos del Tercer Mundo y publica ensayos, comunicados científicos, novelas y poesía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.