Dieciocho partidos y sólo tres polos verdaderos
El nuevo sistema electoral ha fragmentado el panorama polifico
El primer impacto del sistema electoral mayoritario sobre el panorama político italiano ha sido contradictorio, ya que, en lugar de reducir el número de formaciones en juego ha provocado escisiones en muchas de las existentes. De modo que, frente a los 12 partidos que compitieron en las elecciones de 1992, hoy son 18 los que se presentan a los electores, si se prescinde de las listas que, con nombres a veces tan peculiares como Despertar Nacional o Vivir Juntos, elevan a un centenar el censo de siglas.Los 18 partidos principales concurren, sin embargo, agrupados en tres bloques o polos, que son otros tantos proyectos de aglutinar los frutos de la explosión de los partidos tradicionales. Se trata de simples pactos electorales, y no de verdaderas coaliciones.
El centro, o Pacto por Italia. Es la formación de mayor continuidad con respecto al pasado. Recoge al Partido Popular Italiano (PPI), dirigido por Mino Martinazzoli -que es el heredero de parte de la derecha, la menos laica, y del grueso de la izquierda de la disuelta Democracia Cristiana (DC)-, al Pacto por Italia de Mario Segni, ex democristiano que inició la reforma del sistema promoviendo referendos y que dejó la DC el año pasado, en el que se alinean también exponentes ex socialdemócrata o liberales; y al Partido Republicano.
La derecha, o Polo de la Libertad. Ha sido promovida por el empresario Silvio Berlusconi que ha aportado su movimiento, Forza Italia, diseñado y realizado por la empresa publicitaria Publitalia en los últimos seis meses. Integrados en este este polo están la Liga Norte de Umberto Bossi, en la Italia septentrional, y, exclusivamente en la Italia meridional, la Alianza Nacional (AN), formada por el ex neofascista Gianfranco Fin¡ a partir del Movimiento Social Italiano (MSI) con la colaboración de algunos ex liberales y ex democristianos. Los diputados de AN compiten en: el norte con los de Forza Italia y la Liga. El Polo de la Libertad incluye, además, al Centro Cristiano Democrático, escisión de derechas de la vieja DC; a la mayoría de los ex socialdemócratas, a la Federación Socialista formada por los ex socialistas de Bettino Craxi, y a políticos radicales, como Emma Bonino.
La izquierda, o Polo Progresista. Se vertebra en torno al Partido Democrático de la Izquierda (PDS), que recoge la herencia mayoritaria ex comunista bajo el liderazgo de Achille Occhetto. Incluye al Partido de la Refundación Comunista (RC), escindido del anterior en 1991; al Partido Socialista Italiano (PSI), de Ottaviano del Turco; a Renacimiento Socialista, grupo del ex secretario socialista Giorgio Benvenuto; a La Rete, que agrupa a ex comunistas, ex socialistas y ex democristianos bajo el liderazgo de Leoluca Orlando; a los Verdes, y a los llamados Cristiano-Sociales, un grupo minoritario procedente de la DC.
Durante la campaña, estos bloques han demostrado ser estructuras muy débiles, ya que, salvo el centro, encubren divergencias importantes que difícilmente podrían trasladarse a un programa estable de Gobierno.
Así, han surgido diferencias marcadas en la izquierda -sobre la OTAN y sobre la política fiscal- entre Refundación Comunista y el PDS. Pero mucho más profundas son las divisiones en el seno de la una derecha, en la que Bossi llama "fascista" a Fini y "reciclado del viejo régimen" a Berlusconi. Por ello, lo previsible y anunciado es que los pactos electorales se rompan si -como es previsible- los resultados no permiten a ninguno de los dos bloques principales formar Gobierno.
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