Carta a mis queridos pragmáticos
Mis queridos contrarios: antes de nada, quisiera haceros saber que yo soy un utopista, es decir, un tipo pasado de moda según vosotros. Reaccionario, dirán otros. Y según alguno, hasta peligroso.Os escribo porque desde hace algún tiempo vengo leyendo una serie de artículos, entrevistas, reportajes, etcétera, en que atacáis soberbiamente a la utopía. La voz de la razón práctica: "Hay que ser realistas", "las utopías han fracasado "todas se convierten en totalitarismos", "aceptar la realidad y ser competitivos para sobrevivir"...
La mayoría de vosotros fue revolucionaria en sus tiempos mozos. Hace años, muchos de vosotros luchabais por una mezcla de izquierdismo, derechos sociales y revolución sexual contra unas instituciones y una sociedad apoltronadas y caducas.
Hoy, casi todos vosotros habéis sustituido aquellos viejos modelos y os sentáis en vuestra madurez en los tronos actuales. Estáis arriba. Y claro, desde arriba, quizá porque a menudo charláis con los poderes fáctico-económicos de nuestro tiempo, os dirigís a nosotros exhortándonos a la competitividad: somos una aldea global.
Estamos todos unidos y, por tanto, esto es una lucha de todos contra todos. Sobrevivirán los más fuertes, los que se adapten y los más competitivos. ¿Neodarwinismo? ¿Neonazismo edulcorado? ¿Para esto hicisteis la revolución del 68? ¿Para esto queríais un mundo unido? ¿Para competir-luchar de nuevo? ¡Qué ironía, qué gran estafa! ¿Para qué creasteis los derechos humanos? ¿Para qué las Naciones Unidas? ¿Para qué tanta cumbre por la paz y tanta mentira ecológica si habéis perdido el rumbo?
Mis queridos pragmáticos, ¿habéis olvidado los ideales? Eran tres. ¿Os acordáis?: libertad, igualdad y fraternidad. Fraternidad, queridos realistas, no competitividad. Un cordial saludo desde la utopía.-
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