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Noche y día

Croacia derrota a España, que ofreció dos caras diferentes

Santiago Segurola

Las dos caras de la Luna, otra vez. Clemente tiene dos equipos y están en las antípodas. Uno tiene porte físico, disciplina y obediencia. Salió en la primera parte y mandó al personal a dormir. El otro equipo es ingenioso y sutil, sin dote física, descarado e impredecible. La gente lo sintió de esa manera y entregó su entusiasmo a esos muchachos leales con la pelota, con el juego y con la fiesta.La ley más vieja del fútbol decidió el partido en el primer tiempo. Croacia juntó un número mayor de buenos fútbolistas en el campo y sacó el beneficio correspondiente. Este juego es agradecido con el talento, por muchas voces que defiendan bandera del esfuerzo o del sistema, dos patrañas que sirven para esconder la mediocridad y negar el protagonismo a los reyes de la fiesta: los buenos futbolistas. Un poco de orden y el peso de la destreza son la mejor garantía en una cancha. Vean a Croacia, un equipo cosido con retales, trashumantes que no se han visto en los últimos tres años, enganchados por su instinto natural hacia el juego, con una fidelidad emocionante por el toque, la pelota y el buen gusto. El fútbol de las calles. Poco importa que varios de sus jugadores fumen dos cajetillas diarias -eso significa que fuman hasta en los entrenamientos-, y que desestimen todo esa panoplia de la garra, el trajín y la ortodoxia táctica. Croacia funcionó en Valencia porque tiene jugadores espléndidos y se pusieron a demostrarlo ante un rival abnegado, mecánico y disciplinado, la clase de equipo que te deja hundido en la modorra.

España 0

Croacia 2España: Zubizarreta (Lopetegui, m. 64); Ferrer, Abelardo, Alkorta, Voro, Otero; Hierro (Guardiola, m. 46), Nadal (Camarasa, M. 46), Goikoetxea (Begiristain, m. 46); Higuera y Julio Salinas (Juanele, m. 46). Croacia: Lazic; Andrijasevic (Blaovic, m 83), Bilic, Jerkan, Stimac (Pavlicic, m 78); Jankovic (Mornar, m. 46, Mise, m. 81), Prosinecki, Asanovic, Jarni; Suker y Boksic. Goles: 0-1. M. 7. Suker cruza el balón hacia la frontal del área, donde aparece Prosinecki para engatillar un buen remate que supera a Zubizarreta. 0-2. M. 50. Centro de Mornar y cabezazo de Suker. Arbitro: Veissiere (Francia). Unos 25.000 espectadores en el estadio Luis Casanova.

España también tiene a sus chicos de la calle. Salieron en la segunda parte y convirtieron la atonía de la noche en un partido efervescente, imperfecto en algunos aspectos, pero lleno de vitalidad. Sus nombres no son un secreto. Cualquiera los ve cuando ponen el pie en el campo y tocan, y regatean, y pasan, y engañan. Juanele, Guardiola, Beguiristain, Higuera. Son la otra cara de la Luna, el lado luminoso de un fútbol que se debate sobre el modelo a seguir. España no puede desaprovechar la oportunidad histórica de coser un equipo intuititivo y rico en talento, capaz de conectar con el sentimiento de la gente. Es la selección del segundo tiempo, ayudada por un pequeño grupo de futbolistas que circulan en la misma onda: Guerrero, Caminero, Luis Enrique y Alfonso. Ese equipo mantendría en vela a la hinchada, convencida de la mina que se esconde en ese grupo de jóvenes llenos de descaro y juego. Ellos también son croatas del fútbol.

Y nadie debe confundir su ingenio con la ausencia de eficacia. Croacia, que había vivido en plan muelle durante el primer tiempo, sólo sacó una oportunidad en la continuación. Tuvieron que obligarse a defender, a pasar un mal rato, a quedarse sin el balón porque la pelota la tenía Guardiola, y eso son palabras mayores. El segundo gol croata sólo cabe mirarlo como una anécdota. La derrota española se había escrito en el primer periodo, donde la autoridad de los croatas fue extraordinaria. Hubo futbolistas que dejaron la firma por todas partes. Hubo uno, Asanovic, que dirigió a su equipo como un metrónomo. Su pierna izquierda dibujó todos los pases posibles en el fútbol y algunos de los imposibles. Y en la raya izquierda, Jarni entró como un tren y jugó como un extremo. Luego, Boksic, un delantero centro integral, con el físico de un ariete inglés y la clase de un mediterráneo. Suker también se animó a la fiesta, y hasta Prosinecki se sintió a gusto entre su gente. Bien pintado este cuadro, Croacia le tiró un baile a España en la primera parte. Todo el ensamblaje de tres centrales, dos laterales feroces, el medio tapón (Hierro) y el medio centro adelantado (Nadal) no sirvió para nada. No había fútbol en aquellas botas, más preparadas para acompañar que para imponer la ley. El público, que responde a las vibraciones, se sintió defraudado por el juego de la selección y la emprendió con el primero que pasaba por allí. La gente miraba con envidia a los croatas y pedía esa clase de futbolistas. Estaban sentados en el banco. Cuando salieron todo fue mejor y más divertido.

Clemente dijo después para justificar la derrota: "No supimos controlar el centro del campo, principalmente en el primer tiempo. Hubo falta de unión entre la defensa y el medio. Además, perdíamos continuamente el balón y nos costaba recuperarlo. En la segunda parte mejoramos. Atacamos y presionamos más".

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