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Hallado el coche del juez de La Seu con un cadáver dentro

Un deportista que practicaba trial en un barranco próximo a Jorba (Barcelona) descubrió ayer el coche del juez de La Seu (Lérida) José Antonio Martín Contreras, desaparecido en junio de 1993. Efectivos de la Guardia Civil de Igualada comprobaron que el modelo y la matrícula -un BMW 325, gris metalizado, B-9045LP- coincidían con el del juez desaparecido. El deportista aseguró que el coche era un amasijo de hierros y que en su interior había podido distinguir una pierna.Fuentes de la Guardia Civil indicaron ayer que el cadáver está en avanzado estado de descomposición y que el coche se encuentra en un abrupto barranco de muy difícil acceso, en la carretera que va de Calaf a Igualada. Hace sólo tres meses fue instalada una barrera quitamiedos justo en el lugar por el que supuestamente se precipitó el turismo del juez desaparecido.

José Antonio Martín desapareció el 10 de junio de 1993. El juez, de 39 años, había instruido la investigación de un fraude aduanero a la Comisión Europea, en que diversas personas habían cobrado grandes sumas por importaciones y exportaciones inexistentes.

Durante las investigaciones del fraude, dos personas se suicidaron y otras dos intentaron quitarse la vida. Tres agentes de aduanas de La Farga d'en Moles -próxima a Andorra- y varios empresarios fueron detenidos por su relación con este fraude. Las investigaciones indican que el fraude puede ascender a cientos de millones de pesetas.

El día de su desaparición, José Antonio Martín, que ya residía en Barcelona, se había trasladado a La Seu d'Urgell para cobrar el último sueldo como magistrado de esta ciudad, a la que había sido destinado temporalmente. Martín había sido destituido de forma fulminante el 23 de mayo anterior, por supuesta ineficacia en su tarea judicial.

A las tres de la madrugada del día anterior a su desaparición, el juez hizo una llamada a su compañera sentimental desde una gasolinera próxima a Andorra para avisarla de que regresaba a Barcelona. Esa noche había cenado con un funcionario judicial y después había acudido, a altas horas de la madrugada, a las dependencias del juzgado para realizar unas fotocopias. El juez que investigaba la desaparición decidió archivar las diligencias en agosto pasado.

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