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FÚTBOL COMPETICIONES EUROPEAS

El Madrid fue preso de sus querencias

A los 11 minutos de la segunda parte, ya con el 1-1 en el marcador, el Madrid se reencontró con Ios fantasmas del pasado, al realizar su jugada más espesa. Para meter el balón en el área necesitó 21 toques y 1.06 minutos de tiempo. En esta acción intervinieron todos los jugadores, menos Buyo y Zamorano, y, al final la pelota se perdió por la línea de fondo, tras recorrer unos 300 metros, demasiados como para controlar todo el tiempo su posesión. Dos veces se perdió en entregas defectuosas, pero la recuperación fue inmediata ante la precipitación en los despejes.El hecho de que Hierro fuera quien más veces (5) tocara el balón en esta jugada, y a continuación todos los defensas (2), junto a Prosinecki y Martín Vázquez, revela las intenciones y el talante que movían al equipo en esos momentos. Los jugadores habían perdido la concentración para mover el balón en vertical, como hicieron hasta que marcaron el 0-1, y les faltaba también capacidad física para estirar el juego. Actuaron entonces a favor de querencia, es decir, como lo han venido haciendo toda la temporada, en corto y al pie.

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El Madrid se mostró fiel a los principios del nuevo entrenador hasta que consiguió el gol. Después, la valentía, el riesgo, la verticalidad, el desparpajo y cuantas virtudes adornan el juego ofensivo fueron sustituidas por la especulación, el amaneramiento y la mezquindad.

Hasta que marcó en el minuto 19, las ocasiones fueron del PSG, pero los madridistas aceptaron el tuteo y realizaron hasta once jugadas verticales. Una de ellas -Míchel metió el balón en el área a Butragueño y éste se lo cedió a Zamorano- provocó los dos córneres consecutivos que originaron el gol; a continuación, sólo tres hasta el descanso. Y luego nada más que nueve en toda la segunda parte, y de ellas, sólo cuatro con acierto.

En esa fase el Madrid autodestruyó 23 ataques al alargar en exceso sus hombres el trámite de la jugada. Martín Vázquez (7 balones perdidos) y Prosinecki (6) comenzaron a prodigar sus errores y fueron sustituidos. Nadie se divertía y el equipo acabó siendo un calco del que ha fracasado durante la temporada.

En esa fase las llegadas al área no dieron más que para un remate de Zamorano al saque de una falta. Los otros dos disparos resultaron anecdóticos.

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