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Las paradojas del Calderón

El santuario del antimidridismo, lleno de madridistas. El Calderón vivió una tarde de paradojas. Demasiadas. Y los atléticos, los inquilinos del estadio, no las sufrieron. Mejor para ellos. Habrían visto su campo, el más grande del mundo según los inventores de chistes (nunca se llena, argumentan), abarrotado.Tuvo que llegar el Real Madrid para que el Calderón, por fin, se viera repleto, a excepción de algún asiento en la tribuna superior. La mejor entrada de la temporada. Los aficionados del Atlético también habrían visto su estadio cargado de símbolos enemigos. Sin banderas y bufandas rojiblancas. Toda la parafernalia, de blanco. Todos los cánticos se dirigían en favor del Madrid y en contra del Barcelona y el Atlético. "Indios y culés, la misma mierda es", coreaban los Ultras Sur. El grupo radical del Madrid también cantó con sorna sobre la crítica situación que padece su vecino: "El Atlético, a segunda va".

Los seguidores del Atlético habrían visto su estadio algo maltrecho. Los Ultras Sur destrozaron varios asientos. Asegurados, eso sí."Cuatro bancos rotos", según Julio Moreta, el delegado gubernativo en el Calderón.

Y para su dolor, los hinchas del Atlético habrían dejado su estadio con la victoria de su eterno rival, con sus seguidores coreando "que bote el Calderón" y con el himno del Madrid de, fondo. Mejor que no lo vieran, lo dicho.

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