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LOS EXTRANJEROS EN LOS DOS GRANDES.

Un estudio biomecáníco revela que los porteros no tienen tiempo material para interceptar las faltas lanzadas por Koeman

La efectividad de los jugadores extranjeros en los dos grandes del fútbol español se ha convertido en un argumento para explicar su dominio. Las cinco Ligas del Madrid estaban ligadas a Hugo Sánchez. Las tres del Barcelona tienen mucho que ver con su tripleta extranjera. Actualmente, los extranjeros del Barça suman el 71 % de los goles de su equipo, frente a un 24% en el caso madridista. Esa diferencia tiene sus ejemplos. El Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat ha estudiado a Koeman y ha llegado a la conclusión de que sus golpes francos son inapelables. Quien está lejos de ser efectivo es el madridista Zamorano, cuya taquilla está llena de amuletos.

Pelotazo a 112 kilómetros por hora

El portero se sitúa sobre la misma línea de gol. Va a disponer de menos de un segundo para que, primero, su cerebro calcule la trayectoria y velocidad del balón y, después, su sistema nervioso le impulse hasta el lugar por donde va a pasar. Cuanto más atrás se ponga, de más tiempo dispondrá para realizar todas estas operaciones, puesto que el vuelo de la pelota va en deceleración. Pero si es Koeman el que lanza, le va a dar igual. Un estudio realizado por el departamento de Biomecánica del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat revela que este jugador lanza el balón a una velocidad de 112,2 kilómetros por hora y que alcanza la portería en 88 centésimas. Cuando golpea la red, el portero aún no ha completado la estirada. Jamás podrá llegar a tiempo.Hay un punto del campo, algo ladeado a la izquierda mirando la portería de frente y ligeramente distanciado del área, donde no hay jugador en el mundo capaz de lanzar las faltas mejor que Koeman. Desde allí le marcó un gol al Madrid el año pasado y otro esta temporada, en la que lleva tres, junto a los conseguidos ante el Rayo Vallecano y el Valladolid. El programa A tac y Gol, del circuito catalán de TVE, ha querido presentar las imágenes tridimensionales de Koeman tirando faltas, para lo que encargó un estudio al CAR. Los análisis permiten asegurar que el éxito de este jugador se debe a su capacidad de trasladar todo la fuerza de su cuerpo a la pierna de remate en un ejemplo único de coordinación.

Koeman no necesita más que tres zancadas para lanzar las faltas. Las dos primeras son cortas, de menos de un metro, que le sirven para preparar la decisiva. La segunda suele ser incluso más corta que la primera debido a un ajuste de aproximación para que en la siguiente su pie izquierdo quede a la misma altura que el balón. En esta mínima carrerilla su cuerpo se desplaza a 16,3 kilómetros por hora y desciende a la mitad cuando va a chutar. La deceleración le permite, según el estudio realizado por el CAR, realizar una "transferencia cinética en todo el cuerpo a la pierna libre encargada de realizar el chut".

Todo esto sucede en el transcurso de su tercera zancada, que dobla en longitud a los anteriores. Al disminuir la velocidad, traslada el impulso de la masa de su cuerpo a la pierna libre, la derecha, que cuenta así con una fuerza añadida a la que genera su propia musculatura, para que el remate resulte poderoso.

La, punta del pie desciende a una velocidad de 76,9 kilómetros por hora y cuando golpea la pelota lo hace a 53,1. En el análisis de las imágenes digitalizadas se observa, que existe un desplazamiento de este pie al margen del de la pierna, para lo cual es preciso una excelente coordinación, que permite multiplicar los efectos del remate. La potencia con que impacta el pie es enorme: permitiría desplazar un peso de 590 kilos. El balón sale despedido de esta manera a 112,2 kilómetros por hora. Al pasar por la barrera que forman los defensas va a 95 por hora.

En ese instante, el portero aún no se ha movido. La capacidad de reacción de los mejores velocistas del mundo está en tomo a las 20 centésimas. El meta, cuando quiere reaccionar, se encuentra con el balón a punto de sobrevolar el área pequeña, por lo que nunca le dará tiempo a interceptarlo; aunque su estirada sea precisa, siempre resultará tardía. Cuando le sobrepase la pelota, ésta viaja a 69,9 kilómetros por hora, velocidad igualmente considerable: supone 19,4 metros por segundo, es decir capaz de cruzar todo el área en ese tiempo.

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