_
_
_
_

El mal pie del Racing ayuda al Madrid

Dos goles locales en propia puerta iniciaron la remontada de los de Floro

Santiago Segurola

El fútbol se reservó en El Sardinero una condición fatalista que sobrepasó la efervescencia del juego y la pasión de dos equipos que interpretaron el partido con la máxima intensidad. Todo lo que parecía capital -el estilo directo y vibrante del Racing, la paciente mecánica del Madrid y el extraordinario caudal de ocasiones- se volvió intrascendente en un encuentro decidido por dos acciones que parecían marginales, pero los pies de los defensores locales trabajaron ayer para el Madrid cuando más lo necesitaba el equipo de Floro. En ocasiones como ésta, el resultado depende más del destino que del valor del juego.El partido tuvo esa belleza incandescente que está por encima de la ortodoxia. En muchos aspectos, el juego fue defectuoso, especialmente en las cuestiones defensivas. Los dos equipos fueron permisivos en sus áreas, convertidas en una fuente constante de sucesos. La larga baraja de ocasiones fue provocada en buena parte por las concesiones de ambas líneas defensivas. Pero las imperfecciones fueron un elemento menor en medio de la excitación que produjo el fútbol. Se diría que la fragilidad defensiva del Madrid y del Racing estuvo adecuada a las exigencias del encuentro, disputado con un ritmo extraordinario y con un toque dramático que sólo se perdió en el último cuarto de hora, cuando la maquinaria madridista prevaleció ante el cansancio de los locales. Hasta entonces, el duelo fue magnífico e imprevisible. Incluso el destino, decididamente escorado del lado madridista, se animó a participar en el festín.

Más información
Floro: "'Nos recuperamos con dos golpes de suerte"

La pirotecnia se prendió en el primer minuto en medio del entusiasmo general. El Racing apareció agresivo y fuerte, un equipo bien equilibrado, muy difícil de manejar para el Madrid. Sostenido por el eje Zigmantovic-Quique-Radchenko, puso en innumerables dificultades al Madrid en la primera parte. Los madridistas utilizaron su juego corto para rebajar el corte punzante de los locales. Y cada equipo se sentía con razones para reclamar el triunfo de su estilo. Llegó Geli con un tiro cruzado y respondieron Luis Enrique y Zamorano con dos llegadas muy claras al área de Ceballos. La fase de indeterminación prosiguió después del gol de Gel¡, una jugada hermosa por la pureza de la combinación entre Zigmantovic, Quique, Radchenko y Geli.

El Madrid, un equipo definitivamente metódico, llevó la pelota a la cancha del Racing con ese tejido de apoyos cortísimos que suele provocar la irritación de su hinchada. Por un momento, dio la impresión de estancarse, pero el mal pie del Racing le puso en la órbita correcta. Zigmantovic y Quique colocaron los goles en la portería equivocada y obligaron a su equipo a una reacción heroica, llena de generosidad. Vinieron los remates de Mutiu y uno tremendo de Geli, tras un grave error de Alkorta ante Radchenko, pero Chendo aguantó a pie firme el fusilamiento.

La calentura local no podía continuar en la segunda parte. Quique hizo todo lo posible por continuar la gran teórica que había dictado en el primer tiempo, pero el Racing comenzaba a quebrantarse. Entonces llegó la hora cómoda del Madrid, e hizo un buen uso del juego de contragolpe. En este capítulo Luis Enrique estuvo soberbio. Su despliegue fue espectacular, hasta el punto de caer en una especie de trance. Cada una de sus jugadas superaba a la anterior. Su última media hora le presentó como un delantero irresistible, -siempre a la búsqueda y al ataque del balón y con una -lista notable de recursos en sus regates y desmarques. No fue casualidad que Luis Enrique pusiera el tercer gol madridista ante Ceballos. Fue una de las escasas concesiones a la lógica.

En la segunda parte el Madrid se fabricó las ocasiones necesarias para apagar cualquier reclamación del Racing. Sólo le faltó al Madrid la precisión que ahora mismo no tiene Zamorano, un delantero que en estos momentos está peleado con sus pies.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_