La Guardia Civil obtiene nuevas pruebas contra el parricida y saboteador de trenes
Andrés Rabadán enseñó ayer la lengua a los periodistas. Parecía tranquilo mientras recorría custodiado por la Guardia Civil los metros que separaban el edificio del juzgado del furgón en el que fue trasladado de Barcelona a Arenys de Mar (Barcelona).Mantuvo un absoluto mutismo cuando se le preguntó: "¿Por qué lo has hecho?". La juez ordenó el ingreso en prisión de Rabadán, acusado de matar a su padre y sabotear una línea de tren. La Guardia Civil ha obtenido nuevas críticas por este último caso.
La Dirección General de Servicios Penitenciarios ha decidido que el detenido, ingresado en la cárcel de la Trinitat, en Barcelona, sea sometido a un riguroso control pisquiátrico. De momento, el joven permanece en la enfermería de la prisión, ya que un psiquiatra del Departamento de Justicia ha considerado prudente no aislarlo en una celda.Sobre él ya pesaba un auto de prisión dictado por Emma Cobos, titular del Juzgado número 6 -el que sigue las diligencias por un presunto delito de parricidio- Silvia Ventura, titular del Juzgado número 5, que instruye el sumario de los sabotajes, se negó ayer a explicar su resolución.
Muchos curiosos se agolparon ayer en el juzgado para verlo. Aunque Andrés no pudo verlo, sí oyó palabras de "asesino", "cobarde" y otros adjetivos similares. Entre quienes esperaban su salida del juzgado había parientes de Millán Nevado,, el pasajero que resultó herido cuando abandonaba el tren siniestrado el 15 de diciembre en Sant Pol. Nevado, de 54 años, cayó en una pequeña zanja cercana a la vía y sufrió fractura de dos vértebras y de un fémur. Ahora está en silla de ruedas y con pocas esperanzas de volver a hacer vida normal, según dijo su esposa, Isabel Luque. La familia ha explicado que Renfe sólo les ha indemnizado con unas 40.000 pesetas y que incluso han tenido que comprar ellos la silla de ruedas que- utiliza Millán Nevado.
1 En el registro del chalé en el que vivía el joven con su padre, la policía ha hallado una carta que Rabadán estaba ultimando para enviar al Gobierno Civil nada más cometer el cuarto sabotaje de la vía -que ya estaba preparando-, en Mataró.
El joven estaba confeccionando la misiva con letras recortadas de una revista de su comarca, y en la misma se daba a entender que los sabotajes en la vía eran obra de un grupo que quería vengarse de Renfe. Escrita en catalán, dice: "Renfe pagará en material y desprestigio el mal que nos hizo", y recuerda: "Es imposible vigilar tantos kilómetros de vía".
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