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Tribuna:ANÁLISIS - PSC
Tribuna
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Obiols y Serra, felipismo en dos tonalidades

Enric Company

El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) abre hoy su congreso un mes antes de que el PSOE celebre el suyo. Después del congreso federal vendrá la cascada de congresos regionales, en los que cada federación acomodará sus programas a lo que haya decidido el partido. Pero el PSC no es una federación regional, es un partido federado. Se fija sus propios calendarios, detalle que no es accesorio. Tiene sus propios objetivos. Y uno de ellos, muy ambicioso, es ser elemento modernizador del PSOE. En el PSC hay una aspiración fundacional a ser laboratorio de ideas del socialismo español.En la concepción de partido que Raimon Obiols lleva desde hace décadas en la cabeza, el PSC debe distinguirse, precisamente, por ser una avanzada en, por lo menos, dos ámbitos. Uno, el debate, vivo en España desde hace siglos, sobre la organización del Estado. Lo que podríamos llamar la cuestión nacional. 'El otro, la readaptación del viejo ideario del socialismo. Recuérdese: del PSC era la fórmula que en 1979 permitió al PSOE abandonar el marxismo sin que esa decisión abocara a una ruptura.

Para llevar a cabo esta función es absolutamente necesario, en la concepción de Obiols, que el PSC actúe con relación al PSOE como un todo, dentro de lo que eso es posible en un partido que aspira a ser democrático. Consecuencia ineludible de esa premisa es que el PSC, y en especial sus figuras más conocidas, no debe involucrarse en las pugnas entre corrientes que en cualquier momento se den en el socialismo español. Obiols ha creído siempre que para conseguir que las aportaciones del PSC prosperen y se conviertan en doctrina del socialismo español, en política práctica, en obra de gobierno, el PSC debe estar en la mayoría del PSOE. No en una corriente, aunque fuera muy potente, En la política de Obiols como primer secretario del PSC, la posición que su partido ocupe en el contexto socialista español es un asunto estratégico. Decisivo. Capital. De ello depende todo lo demás.

Pues bien, este diseño estratégico ha sido roto en el último año y medio por importantes dirigentes del PSC, sobre todo por Narcís Serra, vicepresidente del Gobierno, y Josep María Sala, secretario de organización y miembro de la ejecutiva federal del PSOE. Y, tras ellos, por otros dirigentes de menor relieve.

Serra y Sala se han lanzado con empeño a la batalla que se ha librado en el PSOE para reducir el poder de Alfonso Guerra y su gente. Creyendo probablemente que interpretaban una voluntad de Felipe González, pero contra la voluntad de su primer secretario, se han identificado como una parte más -y extrema, por añadidura- de la heterogénea coalición de renovadores enfrentada al guerrismo.

Al final ha resultado, sin embargo, que Felipe González se ha situado también por encima de las fracciones. "Yo no soy el jefe de los renovadores", dijo. Y colocó a Obiols junto a José María Maravall en el reducido núcleo elaborador de la línea política y estratégica del PSOE.

Pero estos avatares han roto los equilibrios en la dirección del PSC. Antes era posible oír a Lluís Armet, integrante del núcleo obiolista, que el gran capital del PSC era que tenía un grupo dirigente "en el que uno se dejaría cortar la mano por el otro". Eso ya no existe. Ahora es posible oír decir a Sala que "hay un desencuentro entre el primer secretario y el 80% del partido".

El congreso va a intentar recomponer los platos rotos. Va a intentar que se hable de renovación como algo distinto a una bandera de fracción.

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