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Los gestores de Banesto, encargan auditorías de urgencia para diseñar el plan de saneamiento

El presidente del Banco Español de Crédito, Alfredo Sáenz, contará en un plazo récord con una auditoría de Banesto y su grupo financiero consolidado, por una parte, y de la Corporación Industrial y las sociedades de pendientes que forman el grupo Corporación Banesto, por la otra, a fin de formular el plan de salida a la crisis. Las firmas Price Waterhouse y Arthur Andersen, que se ocupaban hasta ahora del banco y de la Corporación, respectivamente, han comenzado a trabajar en la situación del grupo al 31 de diciembre de 1993. Sáenz tiene puesta la atención en la anatomía del agujero, al tiempo que estudia el diseño de la futura operación para reducir el capital y lanzar el proceso de recapitalización del banco.

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El equipo de Sáenz cuenta con el informe de los servicios de inspección del Banco de España de finales de septiembre y primeros días de octubre en el que se refunden los datos acopiados por los trabajos realizados desde primeros de 1992. Los auditores de Banesto y de la Corporación han tenido acceso a dichos datos que se resumen bajo la fórmula algebraica y novedosa de Necesidades brutas de saneamiento, cuya cifra es 503.000 millones.Fuentes oficiales han señalado a éste periódico que en la persona de Sáenz se reúnen las dos condiciones básicas para hacer este tipo de trabajo: "Husmear debajo de las alfombras, interpretar los documentos, durante una primera fase de algunas semanas, y, posteriormente, encarar las soluciones a la crisis".

La contratación de dos auditores diferentes, tras la creación de la Corporación Industrial y Financiera, fue, en 1990, objeto de comentarios y versiones, ya que la necesidad de cruzar los datos del banco y el grupo industrial resultaba más sencilla si se concentraba la actividad en una sola entidad. Sin embargo, el equipo de Mario Conde optó por una división en lugar de "meter todos los huevos en la misma cesta", según palabras de un auditor consultado.

Operaciones extrañas

Lo cierto es que tanto Price Waterhouse como Arthur Andersen han poblado sus informes de las cuentas anuales correspondientes a 1991 y 1992 con notas explicativas sobre operaciones extrañas intergrupo y déficit por diferentes conceptos. Esas notas, finalmente, fueron resumidas con ocasión de la ampliación de capital de 94.000 millones, cerrada el pasado verano. Si hay una ocasión en que los auditores, a diferencia de otras crisis bancarias, han recogido en sus notas indicios más o menos razonados sobre las dificultades del Grupo Banesto y la telaraña de operaciones sospechosas, ha sido en este caso.Price ya alertó que "en la consolidación de las cuentas anuales de 1991 se incluía por primera vez al Banco Totta y Açores, el cual representa un 20% de los activos totales consolidados", al tiempo que advertía, al mencionar las participaciones en sociedades por la Corporación, que habían sido "valoradas atendiendo a sus valores teórico-contables corregidos por las plusvalías existentes basadas en valoraciones efectuadas por expertos independientes".

En lo que toca a Arthur Andersen, al analizar las primeras cuentas completas de la Corporación, las de 1991, alertaban sobre las extrañas operaciones de Carburos Metálicos, venta del 45% de La Unión y El Fénix, el cambio de criterio contable medíante la afloración de 72.226 mnillones de pesetas y otros.

Fuentes solventes dijeron que la. determinación del montante del agujero en la cartera crediticia puede aún deparar sorpresas. En principio, se estima que alrededor de 250.000 millones de pesetas de las llamadas "necesidades brutas de saneamiento" se originan en problemas de morosidad y fallidos. Pero será necesario analizar con mayor detalle un número importante de operaciones. Muchas de ellas, sobre todo en medios de comunicación, dijeron fuentes oficiales, se hacían con el método de la pignoración de acciones: Banesto concedía los créditos y tomaba las acciones del medio en garantía del préstamo. La inspección. ya conoce algunos detalles, lógicamente, pero habrá de bucear más en los próximos días desde el puesto de mando de Banesto.

Algunos de los fondos de inversiones y pensiones atraídos por J. P. Morgan al fondo Corsair, que suscribió 23.400 millones de pesetas en la última ampliación, han empezado a realizar consultas legales para exigir la devolución de las comisiones cobradas por el banco norteamericano como gestor del citado fondo (2% de la inversión). Entre los principales inversores figuran el fondo de pensiones de General Electric, varios fondos norteamericanos, el sultán de Brunei, la autoridad monetaria de Singapur, y otros clientes que debían ser aportados por Mario Conde.

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