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'Mono' de teléfono y jaco

Jan Martínez Ahrens

A Eleuterio le convulsionan las arcadas. "¿Tenéis una palangana?", pregunta en voz baja. "En el cuarto de baño", contesta la madre, María Ángeles. Carlos Hugo, dócil, trae el recipiente. Su jefe vomita. El mono aprieta más de la cuenta. Los segundos gotean hasta que Eleuterio salta: ¡Que me traigan al inspector y al comisario!". La policía les conmina a abandonar la casa. Son las cuatro de la tarde.Eleuterio exige lo que le pide el cuerpo: cuatro gramos de heroína, dos insulinas Geringuillas) y un teléfono móvil. En caso contrario, matará.

-¿Para qué queréis el teléfono? -interroga un policía.

-Para llamar a mi madre -contesta Eleuterio.

-Ya veremos, pero heroína no-podemos daros -continúa el agente.

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-Pues cogéis a un camello de por aquí y nos lo traéis.

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-La droga no puedo, es de Sanidad, pero el teléfono quizá lo consigamos -finaliza el agente. Es el jefe del área de Delincuencia Urbana.

"¡Joder, qué pasa con el teléfono!". Eleuterio sella el grito con un sonoro culatazo. Por la terraza contigua les llega el teléfono atado con cinta adhesiva a un palo de escoba. Lo recoge María Ángeles. Hablan mucho, tanto que la batería del teléfono se les acaba. Piden otro y aceptan un intercomunicador, cuyo cable desemboca en otra vivienda.

"¡Estamos hartos, queremos el Jaco, y lo queremos ya!", arremete Eleuterio. Tras una discusión, la policía les facilita MST, un sulfato de morfina, a través de la terraza. Para hacerlo más creíble viene envuelto en cuatro papelinas."No tengo vena"

"Si es matarratas se lo metemos a la familia", amenaza el cabecilla. Carlos Hugo, una vez introducido el analgésico en el torrente sanguíneo, reposa a gusto. Eleuterio quema la morfina para aspirarla con un billete de 5.000 pesetas. No le entra bien. "¡Esto es una mierda!", truena. Recorre enfurecido la casa. Sólo le queda una dosis. Se enfada con Carlos Hugo. Pretende inyectársela, pero no se encuentra la vena. Saca el cinturón y se practica un torniquete en el brazo para que se le hinchen las endurecidas venas. Tampoco funciona.

Enfebrecido, se dirige al cuarto de baño, para orinar. No suelta el revólver. Un disparo resuena. Se le ha escapado.:

-¿Qué pasa? -grita la policía.

-No tengo vena, esto es una mierda.

-¿Quieres pastillas?

-No, que tengo úlcera. Estoy harto, lo tengo todo perdido. Los saco de uno en uno a la terraza y los voy matando.

Ése fue el momento de máxima tensión. La policía llegó a temer lo peor. El torbellino, con todo, no llega a más. Desde las siete de la tarde, es un psicólogo el interlocutor policial. Sobre las 21.30, José, el hermano de Hugo, llega a la casa. Será el catalizador de la liberación.Reconstrucción basada en los testimonios de la familia, la policía y testigos.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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