_
_
_
_

La oposición serbia busca votos a cambio de comida en las elecciones de hoy

Las condiciones meteorológicas favorecen hoy la celebración de las elecciones legislativas en Serbia. La nieve se ha derretido, la temperatura ha subido. No hay cortes de energía eléctrica. Tampoco hace frío en las casas, escuelas y hospitales sin calefacción. El electorado puede olvidar lo que le espera en los próximos meses de invierno. Sin embargo, la búsqueda de votos ha adoptado en Serbia aspectos insólitos, como el reparto de alimentos organizado por partidos de la oposición para recordar el desastre económico que vive el país.

El Partido Socialista Serbio, aspirante a conseguir más de la mitad de los 250 escaños, no ha logrado crear un ambiente de ficticio bienestar en vísperas de las elecciones. Fuentes políticas aseguraron ayer que el presidente Slobodan Milosevic podría verse obligado a pactar y a formar un gobierno de coalición tras la jornada electoral de hoy. La distribución generosa de pensiones y sueldos, pagados semanalmente, no ha fomentado el optimismo: el valor de un marco alemán (82 pesetas) subió de 1.500 millones de dínares el martes pasado a 10.000 millones ayer. Los precios en el mercado campesino, el único donde hay productos, se incrementaron proporcionalmente.Las tiendas semiestatales cerraron varias veces esta semana para cambiar los precios. "Pude comprar una bolsa de espaguetis y de canela por el valor de mi pensión", dice resignada Lela, jubilada, de 70 años. En lugar de reflexionar sobre su voto, la mayor parte de la población pasó el fin de semana intentando deshacerse de sus dínares. Comprar lo que sea o cambiarlos por divisas. Los economistas estiman que diciembre marcará el más fuerte golpe inflacionista con un índice de un 100.000%.

La jornada de reflexión no impidió que la organización humanitaria Spona, organizada por la coalición DEPOS, repartiera pan, alubias, arroz y detergente en la plaza de la República de Belgrado. Durante seis semanas, a pesar de la nieve y el frío, más de 30.000 personas han formado una silenciosa cola de hambrientos jamás vista en la capital serbia. "Nunca más votaré por los comunistas", balbuceaba Jovan, profesor de literatura jubilado, esperando su ración de alimentos el sábado pasado. "Al principio me daba vergüenza buscar caridad. Pero con esto sobrevivo una semana", admite.

El Partido Socialista acusó a la oposición de humillar a la población repartiendo comida. Dusanka Djogo, de 21 años, la fuerza joven y agresiva de los socialistas, dijo que la pobreza en Serbia sólo se ve en las "películas oscuras", pero el programa estatal de distribución de comida gratuita ha fracasado.

"A las 6.30 de la mañana ya no hay pan gratis", dice Ferida, asistenta en casas particulares. Sin embargo, Ferida, beneficiaria de alimentos gratuitos, que jamás ha conseguido, vive mejor que Slobodan, psiquiatra. "Cobro un marco por hora de trabajo. Gano hasta 80 marcos (unas 6.500 pesetas) al mes", asegura Ferida. Slobodan y su esposa Katarina, psiquiatras, van a trabajar en autoestop. Sus sueldos combinados de unos 50 marcos mensuales (unas 4.000 pesetas) no les permiten usar el coche.

Acrobacias en tranvía

Sólo un 30% del transporte público funciona en Belgrado. Subir a un tranvía o a un autobús supone contar con las habilidades de un acróbata. Slobodan y Katarina, sin parientes en el campo e incapaces de practicar el contrabando, afirman al unísono: "Si los socialistas vuelven a ganar nos vamos al extranjero. Entre el trabajo de psiquiatras y limpiadores de platos en alguna capital europea preferimos lo segundo".Vukica, jubilada con una pensión de cuatro marcos mensuales, sobrevive gracias a los billetes de 20 dólares que todos los meses le envía su hermana desde Estados Unidos.Vukica no se ve obligada a hipotecar su casa a alguna agencia inmobiliaria que, a cambio de la donación del piso, ofrece un centenar de marcos al mes hasta la muerte.

Más de 50.000 personas cruzan diariamente las fronteras con Hungría, Rumania, Bulgaria y Macedonia. Puesto que más de la mitad de la mano de obra no trabaja, el tiempo libre sobra para esperar 10 horas en los puestos fronterizos. Se va en coches particulares, autobuses y a pie para comprar alimentos, productos de limpieza y gasolina. Gracias a la reventa se consigue sobrevivir. A veces, las fábricas clausuradas y las empresas distribuyen harina y patatas en lugar de sueldos. Algunos sondeos revelan que el electorado más estable del partido gobernante lo forman los obreros, los jubilados y los pobres. Ellos temen que la oposición no les daría las migajas repartidas por los socialistas.

Los grandes contrabandistas no hacen cola. Sobornan a los aduaneros y a los visibles observadores internacionales, que vigilan el cumplimiento del embargo. Entre un 3% y un 4% de la población se ha enriquecido con el embargo, amasando grandes fortunas. Para ellos, más de 30 negocios registrados venden armas. "Sólo el hombre armado es un hombre libre", anuncia Centroprodukt, una empresa que fabrica pistolas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_