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Entrevista:

"Vine con Carmen Amaya y me quedé para siempre"

Luis Pérez Dávila, nacido hace 65 años en México capital, fue en un tiempo famoso bailarín de español y bailaor flamenco con el nombre de Luisillo, y en la actualidad mantiene su actividad y su prestigio en relación a este arte como coreógrafo y promotor de espectáculos. Esta noche recibirá, de la Tertulia Taurina y Flamenca José Cubero El Yiyo, el trofeo que anualmente se destina a personalidades relevantes del flamenco y de los toros, por una meritoria trayectoria humana y artística; los matadores Javier Vázquez y Cristina Sánchez recibirán junto a él sendos galardones.Pregunta. Habiendo nacido en México, ¿cómo se dedicó al baile español y flamenco, llegó a ser una figura de primer rango y se quedó en Madrid?

Respuesta. La cosa arranca de cuando yo tenía 13 años. Fui a ver a Carmen Amaya, que actuaba en el teatro Fábregas de México, y me fascinó. Al terminar la función fui a la salida de artíistas para verla de cerca pero no pas´ño nada, no pude hablar con ella. Yo entonces estudiaba baile clásico y boxeaba para poder salir adelante. nosotros ermos gente muy, muy pobre. Un hermano del bailarin Roberto Ximénez era boxeador, y yo recuerdo que nos llevaba chavales pequeños a un gimnasio a que nos pegáramos y la gente nos tiraba monedas. Entonces fue cuando me pusieron Luisillo.

P. Y el baile y Carmen Amaya, ¿dónde quedan?

R. Al año siguiente me salió una cosa para bailar en el cabaré La Habana Madrid de Nueva York. Enfrente había otro cabaré que se llamaba La Conga, y en él trabajaba Carmen Amaya. Fue a verme una noche, y como se le iba un bailaor muy bueno que se llamaba Antonio de Triana, me dijo que si quería irme con ella. Anduve varios años junto a Carmen por América. Después me dijo que se venía a España, y me invitó también a venir. Debutamos en el teatro Madrid en el año 47.

P. ¿Y se quedó ya desde entonces en Madrid?

R. Para siempre. Estuve con Carmen hasta principios de los sesenta, y en 1962 fundé mi Teatro de Danza Española, que sigue existiendo. Vine y me quedé aquí ya para siempre. Mis hijos son madrileños.

P. Aquí tuvo una tienda de trajes flamencos, un tablao...

R. Sí, porque cuando dejé de bailar quise abandonar este mundo del arte totalmente. Pero no pudo ser. Un día me encontré con Antonio por la calle y me pidió una coreograria para el Ballet Nacional de España, del que él era director entonces. De ahí salió mi coreografía sobre Don Quijote, con música de Moreno Torroba, y mi vuelta a la creación, que es donde a mi juicio está el verdadero arte.

P. Después vinieron otras coreografias, que el Teatro de Danza Española de Luisillo pasó por el mundo. Usted siempre ha creado sobre una idea, ha contado un argumento.

R. Sí, es cierto. Yo nunca he hecho un espectáculo a base de números sueltos. Siempre hemos querido transmitir un argumento por medio de la danza, del cante o de la guitarra. Ésa fue mi idea desde el principio, de ahí el nombre de mi compañía. Ahora esto se utiliza más, pero yo fui el primero en unir los conceptos de danza y de teatro.

P. ¿Qué prepara ahora mismo?

R. Preparo una obra en la que tengo puestas grandes esperanzas. Es una versión de teatro y baile flamenco de La Malquerida. El libro es de Alfredo Mañas y mío, y tengo ya fecha en Madrid para su presentación: el 30 de junio de 1994, en el Albéniz.

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