El casino más rudimentario
Los vecinos de Colmenar Viejo montan dos veces al año largas partidas de tabas con fuertes apuestas
Como cada noche de san Andrés y de santa Lucía 30 de noviembre y 13 de diciembre- cientos de jugadores y curiosos volvieron a concentrarse alrededor de las mesas de la taba en Colmenar Viejo (24.700 habitantes, al norte de Madrid). El abanico de las pérdidas y ganancias es amplio: algunos dijeron haber perdido 2.000 pesetas; otros, 300.000, y alguno se llevó o perdió fortunas inconfensables a puerta cerrada. Ayer, de madrugada, los más audaces o acaudalados del lugar seguían haciendo apuestas. Entre cafés con leche y bollos, en el Asador de Marbella, donde tradicionalmente termina esta jornada de casino, un jugador apostaba en una sola tirada un millón de pesetas.En Colmenar Viejo, como en muchos pueblos de Castilla, se juega a la taba desde hace siglos. El huesecillo extraído de la rodilla del carnero se utiliza a modo de dado. Sus caras representaban en tiempos posiciones sociales. De las dos más estrechas, la que tiene relieve, era rey. Su opuesta, verdugo. La. cara cóncava era y es carne y la convexa, culo. El rey ordenaba castigos, el verdugo los ejecutaba, mientras el culo recibía y la carne se libraba.
Sin embargo, la modalidad del juego de la taba que perdura en Colmenar Viejo es la que sirve para jugarse el dinero. En esta modalidad sólo se utilizan dos caras y las apuestas se pagan en el momento con dinero contante. El ganador -la mayoría de los jugadores son hombres- tiene derecho a jactarse y el perdedor se queda sin dinero, pero no pierde nunca la dignidad y la compostura.
Quien por turno tira la taba, propone la cuantía del capital a apostar; una cifra que normalmente ha sido reunida por el grupo de amigos. Los congregados deben aportar entre todos una cantidad igual a la depositada por el tirador del hueso. Si éste consigue carne, se lleva todo y tiene derecho a volver a tirar. Si sólo consigue culo, el dinero se lo reparten los demás.
El juego comienza en una decena de bares al caer la tarde. Las leyendas que cuentan los colmenareños de generación en generación relatan peripecias de jugadores que perdieron su patrimonio, su casa y hasta la mujer.
A las 23.00 del pasado lunes, en el Gran Hostal, Perico tenía que tirar. Sus cinco colegas habían delegado en él y ya habían ganado 40.000 pesetas cuando la suerte se torció. "¡Eso es un gran culo, señores!", gritaron los jugadores, que se llevaron 30.000 pesetas de Perico y sus amigos.
Josito, El Boliche estaba contento a las dos de la mañana en La Campana. Había sisado a su mujer 50.000 pesetas para jugar. Paco Maroñas, El Corneta, gritaba carne por cuarta vez consecutiva y saltaba sobre la mesa increpando a los perdedores a altas horas de la madrugada.
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