A los viejos cocodrilos
Desgranar la tristeza en un poema, lentamente. Denunciar una de las infinitas maneras de injusticia, en un artículo, convulsivamente. Es fácil. La alegría no vende, no convence, es trivial e insolidaria, a veces. Casi nadie la proclama con éxito, el que la encuentra se la queda. Así han quedado cientos de pequeños dolores en todos los escritos y muy pocas exaltaciones de la vida sensata. Yo me uno a aquel que sabe -como Safinas- compartir su júbilo conmigo y rechazo el abismo de dolor y el pozo negro con que otros pueden hacer comulgar a mi alma. Contra todo el dolor del mundo y la podrida soledad que nos cerca me rebelo ahora, y concentro mi ser en encontrar unos cuantos motivos, de alegría que poder transmitir. Es difícil. Lo sé y no reniego ya de la tristeza, pero atisbo y espero. Preparaos.-
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