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Los sindicatos belgas paralizan el transporte público y las cuencas industriales

Lluís Bassets

El Gobierno de centro-izquierda, que encabeza el socialcristiano Jean-Luc Dehaene, recibió ayer el primer aviso por parte del movimiento sindical belga, que consiguió perturbar notablemente la producción y los servicios en su jornada de huelga contra el plan de austeridad. Los sindicatos socialista (FGTB) y socialcristiano (CSC), con sus dos millones y medio de afiliados, son Independientes cada uno de ellos de sus partidos hermanos, pero quieren hacer presión sobre un gobierno que es de su propio color político, ante la mirada regocijada de los liberales, que quieren un plan de austeridad más riguroso y siguen avanzando en las encuestas electorales. Las próximas huelgas tendrán carácter regional y se encadenarán hasta el 10 de diciembre, día de la Cumbre Europea, en que los sindicatos amenazan con una huelga general. La huelga consiguió paralizar todo el transporte público en Bruselas -metros y autobuses-, el puerto de Amberes, todas las empresas de las grandes cuencas industriales (Courtrai, Amberes, Gante, Charleroi y Lieja), y prácticamente todos los centros comerciales de la región de Valonia. La movilización no tuvo reflejo en la función pública, de vacaciones por el Día de la Dinastía. Numerosos piquetes obligaron a cerrar las pequeñas y medianas empresas de la zona francófona del pais.El sindicalismo socialista cuenta con una implantación mayoritaria en Valonia, mientras que el socialcristiano está especialmente bien asentado en la parte flamenca. En esta ocasión, ambos han ido unidos a esta huelga para defender, entre otras cosas, el mantenimiento del sistema unitario de la Seguridad Social, combatido por los nacionalistas y los liberales flamencos.

El primer ministro, Jean-Luc Dehaene, se declaró optimista respecto a la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre el plan en el seno del propio Gobierno, en el que los socialistas expresan reticencias ante las medidas de más difícil aceptación por sus electores mientras que los socialcristianos, tanto flamencos como valones, critican la ofensiva sindical.

El plan de Dehaene prevé el traslado de la fiscalidad sobre el trabajo a ciertos productos de consumo, la eliminación de algunas presiones sobre el índice de precios usado en la actualización salarial automática, y la separación entre la financiación de la Seguridad Social de los trabajadores y la del resto..

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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