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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Si Valle-Inclán levantara la cabeza

Queda aún gente en este país que pone el grito en el cielo cuando un minusválido con bastones se niega a esperar, de pie, en la cola de un banco o de un cine.Los hay que te adelantan, cuando estás a punto de entrar en un cajero automático, para no tener que esperar.

Están los que rajan los neumáticos o meten palillos en las cerraduras de los coches de los disminuidos que tienen aparcamiento reservado en la puerta de su domicilio. Pero, afortunadamente, su número es cada vez menor. El trato de ciertas instituciones, sin embargo, es más oficial, aberrante y en algunos casos llega hasta el ridículo. Aunque la mayoría de los museos nos están vedados, no así el Museo del Prado. Su personal es muy amable y siempre está dispuesto a ayudar, pero el servicio de minusválidos se utiliza como almacén.

En las juntas municipales de Madrid se han puesto rampas y aparcamientos, pero en las señales se limita el estacionamiento a una hora.

Supongo que lo de hacernos correr será para entrenarnos con vistas a las paraolimpiadas.

Los hospitales son muy curiosos en este país. Siendo, desgraciadamente, los lugares que los minusválidos más frecuentamos, sus accesos suelen tener escaleras y por ello nos vemos obligados a entrar por urgencias y después recorrer interminables pasillos. En el Hospital Clínico de Madrid, sin ir más lejos, te niegan el aparcamiento cercano a las puertas.

Finalmente, la inmensa mayoría de las bibliotecas públicas, ministerios, facultades universitarias, delegaciones de Hacienda, centros municipales, instalaciones deportivas, colegios electorales, autobuses, metros, trenes, etcétera, nos son inaccesibles.

Además, existe el esperpento. En un polideportivo dejan que el discapacitado entre con el automóvil, se baje y vuelva a sacar el vehículo. Un cursillo de informática para minusválidos, organizado por el Inem, se impartió en ¡un primer piso sin ascensor! Para una valoración de minusvalía, en un centro del Inserso había una larga escalinata.

El circense método debía ser: si sube, no es minusválido; si no sube, o si subiendo se cae y se mata, entonces sí lo es (o lo era). Si Valle-Inclán levantara la cabeza...-

Manuel Rodríguez Rodríguez. .

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