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Rojo Congo hace terapia de grupo con su música

Son cinco médicos, un ingeniero de Caminos y una administrativa. Los siete tienen una respetable profesión, que ejercen pero que estarían dispuestos a tirar por la borda por su verdadera pasión: la música. Para demostrar su empeño, el Rojo Congo, nombre del grupo, se presentó la noche del sábado en el escenario de El Sol, un local situado en pleno centro de Madrid.A la cita acudieron más compañeros de hospital que aficionados a la música. El aspecto formal de los asistentes, así como la edad, contrasta con el habitual en los conciertos de rock. Era difícil ver chupas de cuero, chicos con pendiente o coleta, mujeres guerreras, gente joven. Y el público resultó más cercano a las colas de un minicine de calidad que a un garito de rock and roll.

La música de Rojo Congo divaga entre el funky de inspiración más negroide al pop de influencias latinas. Este ecléctico planteamiento quizá tuviera más sentido si no fuera por la manera de cantar de su líder y compositor de la mayoría de las canciones, el especialista en medicina de familia del hospital de Getafe Abel Novoa. Sus poses en el escenario resultan naturales, como si de un curtido rockero de cantar en directo se tratara, pero la ausencia de matices da un toque demasiado plano a las canciones, que no elimina el chorro de voz de Nanda, la administrativa, que puso la segunda voz y la sensualidad en la noche del sábado. Todos son excelentes instrumentistas. Ejecutan muy bien ensayadas las canciones. Nada es improvisado. Sus profesiones de día, algo de lo que no les gusta hablar, les hacen tomarse esta segunda profesión muy en serio. Como una terapia de grupo que elimine las tensiones de la otra.

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