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Altas, rubias y matan en la red

El Alcorcón afronta la Recopa de Europa con dos ucranias

Las vidas de Liana Zalubuskaya y de Marina Dubinina han dado un cambio radical. La primera abandonó su casa natal en Lugansk (Ucrania), ciudad con un fuerte cinturón Industrial, hace dos años. La oferta del equipo femenino de voleibol de Alcorcón era algo que no podía dejar pasar. Marina llegó este verano. Son las dos extranjeras del equipo que a punto estuvo de ganar la Liga la temporada pasada y que se tuvo que conformar con la Copa. El Club Voleibol Murcia, al que ganó el pasado domingo, le arrebató el pasado ano el torneo.Las dos se conocen desde que iban juntas al colegio. Marina también es de Lugansk, tiene 23 años y supera el 1,90 de altura. Liana tiene 27 y roza esa estatura. Su altura les empujó a practicar este deporte. "Desde que era pequeña siempre estaba entre las más altas de la clase y me pusieron a jugar al voleibol", explica Marina.

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Tan rubias y altas, cuando pasean por la calle Mayor de Alcorcón la gente se vuelve a mirar. Viven separadas en dos de los tres pisos que tiene alquilados el Alcorcón, un equipo con un presupuesto de 40 millones de pesetas. Por ellos pagan 25.000 pesetas al club. "No están juntas para que se esfuercen en aprender el español", explica Domingo Pozuelo, entrenador del Alcorcón-Raga (empresa de servicios de jardinería que esta temporada lucen en las camisetas).

Liana estuvo casada y tiene una hija de siete años que vive en el extranjero. Ahora se ha echado novio español. Vive sola en un piso de la calle de la Jabonería. Los entrenamientos con el Alcorcón no le dejan demasiado tiempo para el ocio. "A veces llegas tan cansada que te tumbas en el sofá y no te apetece hacer nada más". Dos días a la semana introduce a las niñas de Alcorcón en los secretos del balonvolea.

Le gusta más Alcorcón que Lugansk y más Madrid que Alcorcón. "Cuando voy a casa de mi madre nos sentamos las tres [su madre, su hija y ella] y nos pasamos las horas mirándonos. No hay bares ni tantas tiendas como aquí. No se suele salir a la calle". La distancia que separa su casa del polideportivo la recorre andando, como Marina. Ninguna de las dos tiene carné de conducir. Calle Mayor arriba, calle Mayor abajo, los ojos se les van a los escaparates. "Si estoy triste siempre me doy una buena vuelta y me compro algo", explica Liana. Le gusta ir al cine. "Y alguna vez" a discotecas. La última película que ha visto ha sido "la que cuenta la vida de Tina Turner".

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A cinco minutos de donde vive, en la calle del Cid, está la casa de Marina. Comparte techo con otras tres componentes del equipo. Marina aprende castellano en el mismo libro en que lo hizo Liana: un diccionario español-ucranio, ucranio-español. Es más extravertida que Liana. Está casada. Su marido vive en Lugansk. "Para navidades vendrá a pasar un mes a Alcorcón". Hasta que no pase el primer año y se acople al ritmo de vida la dirección del Alcorcón no prevé que pueda vivir junto a su esposo. Política de club. Es ortodoxa, todo lo contrario que Liana, que se bautizó, comulgó y confirmó en Alcorcón. A las dos les gusta pasear por los parques: por el de Lisboa. "Aquí se ve el cielo azul".

Ganan en torno a las 200.000 pesetas mensuales. "Con ese dinero, si lo ahorramos durante un año, te puedes comprar un piso en Lugansk", cuenta Marina.

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