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El cuerpo sin vida del montañero desaparecido yacía en el río, sujeto a unas ramas

El padre de Fernando Gordón Ares pidió perdón ayer a los voluntarios que han permanecido durante cuatro días buscando a su hijo en la sierra de La Pedriza. "Gracias, lo siento, ya ha terminado todo y ya nada se puede hacer. Perdonad, gracias, gracias". El rastreo acababa de concluir y el esfuerzo de todos no había servido para ayudar al montañero de 22 años que desapareció el martes día 2. Su cadáver yacía en el río, enganchado en unas ramas. Fernando Gordón Abad había colocado por la zona carteles con fotocopias de la imagen de su hijo y la palabra "desaparecido".

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Los equipos de rescate de la Guardia Civil y de la Cruz Roja hallaron el cuerpo de Fernando a la una de la tarde, a 200 metros del Puente del Francés. Los agentes de la Guardia Civil de montaña habían dado la voz de alarma momentos antes al puesto cercano de la Cruz Roja alpina. Un hombre había sido visto en el centro del cauce del río Manzanares, cubierto casi al completo por la corriente y sujeto por unas ramas. Des e allí, en contacto permanente con el cuartel de la Guardia Civil de Manzanares El Real, se concentraron las operaciones de rescate.La fuerza del río y las bajas temperaturas requirieron desde el principio la ayuda de un equipo del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil. Este equipo, formado por cuatro agentes, se presentó en el río apenas una hora después de ser avisados a sus domicilios particulares en Madrid. Para ellos fue un rescate sencillo, en el que emplearon apenas tres minutos, justo para atar los cabos de seguridad y adentrarse en el agua Sólo dos de los agentes se introdujeron en el cauce, uno de ellos para prestar seguridad al encargado de atar el cabo de la cuerda al cadáver. "Una tarea sencilla", según comentaron, "porque estamos acostumbrados a participar en rescates de cuatro y cinco días de duración".

Para los montañeros allí presentes, para los amigos de la víctima y para todos los agentes que participaron en las tareas de búsqueda iniciadas el martes día 2, la espera fue más larga: nadie podía asegurar que aquel cadáver en el río pudiera ser el de Fernando Gordón Ares hasta que sus propios amigos, que le habían visto por última vez en Valdesquí el día 1, le reconocieron.

Estos montañeros y otras amigas de la víctima, que acudieron ayer a La Pedriza para participar en la búsqueda, no podían creer la evidencia. Ana, Marta y Teresa,, profundamente conmocionadas, no atinaban a recoger sus aperos de montaña para regresar a casa. Mientras, el padre, Fernando Gordón Abad, que había estado presente en las tareas de búsqueda desde el día 2, sólo tenía palabras de agradecimiento para los voluntarios y la prensa. "Gracias, lo siento, ya ha terminado todo y ya nada se puede hacer. Perdonar, gracias, gracias". Fernando Gordón Abad repetía estas palabras con gran entereza delante de la puerta del cuartel de la Guardia Civil, a la que también agradeció su labor junto a la Cruz Roja. En esos momentos la noticia estaba ya confirmada y los voluntarios se despedían para regresar a Fuenlabrada, el pueblo de Fernando.

Entre las 25 personas que se encontraban en torno al tramo del río donde se extrajeron el cuerpo sin vida de Fernando Gordón y su mochila -hallada a unos cincuenta metros hacia arriba del cauce- estaban presentes también bomberos voluntarios del Ayuntamiento de Madrid. La juez de Colmenar Viejo, que ordenó levantar el cadáver, y la médico forense esperan para hoy los resultados de la autopsia.

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