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Por un partido de los derechos

La condición básica de la credibílidad política consiste en que lo que se hace y lo que se dice vayan de la mano. Hoy, el socialismo español se enfrenta, entre otros, al reto de su propia renovación como ejemplo de la regeneración que precisa la política española y europea. Queremos afirmar, desde distintas sensibilidades del socialismo español, que no se puede hablar y teorizar sobre la reforma mientras la práctica, en cuestiones tan de principios como las que se plantean ahora en el caso concreto del socialismo asturiano, está aún anclada a actitudes propias del pasado.La política debe recuperar su vigor en las sociedades europeas. Los signos de debilidad están por doquier: la aparición de opciones antisistema, la emergencia de manifestaciones de racismo, el repentino colapso de partidos históricos, los escándalos de corrupción que han centrado la atención pública en diferentes países.

El debilitamiento de la política en Europa tiene un núcleo: el divorcio entre los valores y las prácticas sociales, y los valores y las prácticas políticas. Más específicamente, estamos asistiendo a la necesidad de reforma de la forma tradicional de participación política en Europa, los partidos políticos tradicionales.

El impulso a la vida política que hoy precisa Europa pasa por diversos frentes: la reorientación del Estado de bienestar en favor de una transparencia y control por parte de las personas, el enriquecimiento de los sistemas electorales y de representación, la respuesta a las manifestaciones de racismo y xenofobia. Pero, probablemente, la tarea que mejor se puede acometer desde ahora mismo es la superación de la crisis de los propios partidos políticos. Esto es así por dos razones: en primer lugar porque para realizarla tan sólo se precisa la voluntad decidida de sus propios miembros. En segundo lugar, porque siendo los partidos políticos la espina dorsal de la democracia y del régimen de libertades civiles, su reforma iniciaría un genuino proceso de renovación y regeneración de la vida política.

En España, esta crisis política ha tenido sus expresiones propias. A mediados de 1993, en torno a cuestiones relativas a la financiación de los partidos, se produjo probablemente la mayor quiebra de confianza de los ciudadanos españoles con respecto a la política, en general, y al PSOE, en particular. El discurso que personalizó Felipe González en la campaña basado, precisamente, en la necesidad de un nuevo "impulso. democrático" abrió una puerta a la esperanza de superar en nuestro país el debilitamiento experimentado por la vida píolítica-Si el PSOE emprende un serio cambio y adecuación a la sociedad de. hoy de sus formas como partido, estará demostrando su genuina voluntad de reformas, de incorporar a su propia práctica el impulso democrático prometido.

Las líneas de reforma de un partido de izquierdas como el PSOE deben dirigirse en cuatro direcciones: primera , un partido abierto y controlado por los ciudadanos y, en particular, por los propios votantes; segunda, un partido que flexibiliza sus estructuras, se previene contra el clientelismo y promueve regularmente la renovación de sus responsables; tercera, un partido limpio y transparente, que tanto individual como colectivamente se adhiere a la legalidad democrática como una cuestión moral y que, en consecuencia, ofrece tanto sus ingresos como sus gastos a escrutinio público.

Pero existe una cuarta reforma fundamental: el PSOE se ha de convertir en un "partido de los derechos". Esto significa que sus afiliados disfruten en la vida partidista al, menos de los mismos derechos que les garantiza en la vida ciudadana nuestro sistema de libertades. De este modo han de estar asegurados el respeto y la integración de las opiniones minoritarias, el derecho a la asociación dentro del propio partido, el derecho a la libertad de expresión pública de sus miembros, el derecho al voto individual y secreto, y el derecho a la garantía y amparo por parte de jurisdicciones ¡mparciales e independientes.

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En coherencia, con estas ideas queremos llamar la atención sobre un caso concreto que ilustra con meridiana claridad la necesidad de que el PSOE, de un modo ejemplar para todo el arco político español, pase a ser un auténtico partido de los derechos. La posibilidad de expulsión del PSOE del político socialista asturiano Germán Ojeda, la suspensión de militancia de otro conocido dirigente asturiano, Jesús Cadavieco, y, como telón de fondo, la disolución del Comité de la Agrupación de Oviedo son medidas inoportunas y, desde la perspectiva que defendemos, intolerables.

Son inoportunas porque en un momento de reflexión y de debate interno como el actual, en el que debería primar el talante sosegado, la tolerancia ante otras posiciones, la integración a partir de posiciones plurales, no es oportuna la utilización de medidas extremas como las adoptadas.

Son intolerables, en nuestra opinión, porque su naturaleza entra, en contradicción con el tipo de partido al que aspiramos. Tan en contradicción que se convierten en un caso ejemplar de unas prácticas que no deberían ser ya consideradas como legítimas.

No se puede expulsar o suspender de militancia a cuadros honrados y leales al socialismo por delitos de opinión, es decir, por defender en público posiciones contrarias a las decisiones adoptadas en materia de políticas concretas; como antes hemos señalado, en un partido de los derechos, los políticos socialistas han de poder establecer con claridad y públicamente, si de acuerdo con sus convicciones el asunto así lo exige, sus propias posiciones; tal es su privilegio como ciudadanos españoles y tal debería ser su posibilidad como socialistas.

No se puede conculcar. con impunidad la propia legalidad, cuando, como en el caso de la Agrupación Socialista de Oviedo, una mayoría de afiliados han pedido, ante la disolución de su comité electo, un congreso extraordinario en el que, democráticamente, se resuelvan sus conflictos. Los partidos, como organizaciones de interés público, no pueden funcionar en base a decisiones arbitrarias: en una sociedad basada en el imperio democrático de la ley, los partidos no pueden funcionar al margen, de tal principio.

La voluntad de acometer una reforma del PSOE como elemento básico de la regeneración de la vida política española y europea ha de trascender a las palabras: y esto significa que casos paradigmáticos como el mencionado han de tener una solución pronta y satisfactoria.

Suscriben este artículo: Elías Díaz, Manuel Escudero, Antonio García de Santesmases, Gregorio Peces-Barba y Miguel Ángel Quintanilla.

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