Prensa para una época de crisis
Voceros sin trabajo o vivienda venden periódicos alternativos en las calles de Francia
Están en los pasillos del metro, a la puerta de los grandes almacenes, en las entradas de los estadios de fútbol, en cualquier lugar donde se agolpa la multitud. Son hombres y mujeres sin trabajo o domicilio fijo que vocean periódicos titulados Macadam, Réverbère o La Rue. De periodicidad mensual o bimensual, cuestan unas 200 pesetas, de las que el vendedor se embolsa entre el 60% y el 80%.Dice el filósofo Régis Debray que vivimos el final de tres ciclos históricos: "El ciclo obrero, iniciado hace un siglo; el ciclo de la Revolución Francesa, abierto en 1789, y el ciclo de lo escrito, comenzado con el descubrimiento de la imprenta". La sospecha de que no volveremos a conocer el pleno empleo, los envites del liberalismo salvaje contra la protección social, las amenazas que los integrismos hacen pesar sobre las libertades, la primacía del espectáculo sobre la reflexión, la victoria de la informática y lo audiovisual sobre lo impreso son, según Debray, otros tantos síntomas de una "conjunción de crisis que da vértigo".
Ellos, hijos del paro y desfallecimiento del Estado de bienestar, han optado por lo escrito como modo de ganarse la vida y por la solidaridad como factor de reinserción social. "Prefiero vender periódicos en las calles a robar o mendigar", dice Marcel S., de 47 años.
En la última década, Marcel ha perdido sucesivamente su trabajo como administrativo en una agencia de publicidad, su piso en un suburbio de París y su familia. "Pero no mi dignidad", precisa. Así que vocea Macadam en la entrada del Bon Marché. Y la gente le ayuda, compra, para ayudarle a salir del hoyo. Marcel consigue ganar entre 4.000 y 5.000 pesetas en un buen día, lo justo para dormir, comer y vestirse en una ciudad tan cara como París.
Editados por periodistas que tampoco encuentran trabajo en los medios de comunicación clásicos, Macadam -400.000 ejemplares mensuales de venta-, Réverbère y La Rue -unos 50.000 ejemplares quincenales cada uno- siguen el camino de Rebondir, magazine que salió en enero pasado dirigido a los parados. Informan sobre el mundo de los marginados y permiten a sus vendedores, unos 1.400 en toda Francia, un comienzo de rehabilitación. Sus promotores trabajan en estrecha colaboración con organizaciones que, como Médicos sin Fronteras o los Restaurantes del Corazón, se dedican a la ayuda humanitaria a ese Tercer Mundo que crece como un cáncer en las ciudades francesas.
Solidaridad obliga, el renacimiento de la venta callejera de periódicos no ha provocado todavía ninguna reacción hostil por parte del poderoso sindicato procomunista que controla la impresión y distribución de publicaciones en Francia. Hasta ahora, este sindicato vetaba cualquier tipo de "difusión incontrolada" de periódicos.
Los sociólogos franceses comienzan a tomarse en serio lo que llaman "la prensa de la crisis". "Hay en este fenómeno una demostración de que los valores de la solidaridad siguen anclados en la gente, una luz de esperanza para los que creemos que no debe arrojarse la toalla en el combate contra las injusticias sociales", dice el escritor Pierre Bourdieu, cuyo libro La misére du monde es uno de los grandes éxitos de 1993.
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