El Real Madrid aguantó 24 minutos

JUANMA ITURRIAGA, El Real Madrid construyó un precioso castillo de arena durante 24 minutos. Los Suns lo convirtieron en un montón de arena amorfa en unas cuantas oleadas concentradas en los cinco primeros minutos del segundo tiempo. Llegó el descanso y los jugadores de Clifford Luyk se pusieron a contemplar lo bonito que les estaba quedando todo. Incluso se les pasó por la cabeza que ganarían por primera vez el concurso a un equipo norteamericano.

Dos cuartos duró la aventura y los sueños de grandeza del Madrid. El tiempo que los Suns se hartaron de correr detrás del equipo madridista. El baloncesto se había vuelto del revés y los morados (ayer los blancos eran los Suns) se saltaban todas las pautas históricas. Dominaban el rebote, acertaban a distancia e incluso enseñaban el número posterior de la camiseta superando por velocidad a sus sorprendidos rivales.

El marcador adoptó de entrada unos guarismos inesperados. Dos triples de un soberbio Biriukov seguidos por una bandeja en solitario contraataque colocaban la alerta amarilla en el banquillo americano (21-12, minuto 7) y a Westphal, entrenador de los Suns, no le quedaba más remedio que pedir un tiempo muerto para capear el temporal. Barkley, como siempre el jugador más motivado, tiró del carro y buscó denodadamente el enfrentamiento directo con Sabonis, al que había prometido antes del encuentro que le iba a machacar una canasta en las narices. No lo consiguió, pero su ímpetu sirvió de flotador a su equipo.

Pero lo que hacía el "gordo" en un lado lo superaba Sabonis en el otro. Aprovechando el marcaje de Kleine, Sabonis dominó la contienda durante toda la primera parte en la que acabó con unos números sobresalientes (19 puntos, 6 rebotes y metiendo mucho miedo). Muy pocos pivotes de la NBA pueden hacerle sombra. Ayer ni Barkley, ni mucho menos Kleine, pudieron con él. Como siempre, el daño se lo hicieron las personales.

El Real Madrid no tenía nada que ver con el atenazado conjunto de 24 horas antes, y bastante poco con el habitual.. El Madrid dió lo mejor de sí mismo durante la mitad del partido y puso en un brete a todo un subcampeón de la NBA. Cierto que los 24 minutos se antojan cortos, pero fueron suficientes para volver a confirmar que el día en el que se consiga que los jugadores actúen sin tanta presión, y puedan divertirse jugando, podremos ver su verdadero límite.

Al descanso el partido estaba vivo (70-66 para los Suns) pero el Madrid estaba tocado del ala con la cuarta falta personal señalada a Sabonis por unos árbitros quisquillosos. Sin darnos tiempo a terminarnos la salchicha correpondiente, los Suns ya ganaban por 17 puntos (90-73, minuto 5 del tercer cuarto) y el esperado acontecimiento había concluido. La culpa la tuvo el turbo que Phoenix imprimió a su juego.

Los ataques de los Suns eran pura dinamita, duraban de 5 a 8 segundos y esta vez contaban con el acierto que no tuvieron en la primera mitad. El Madrid falló un par de tiros, un par de balones no llegaron ni siquiera a ser lanzados y Sabonis cometió su quinta personal. El sueño se desvaneció y todo el resto de encuentro quedó para la anécdota.