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ATENTADO TERRORISTA EN MADRID

Dos militares a punto de colgar el uniforme

El general de división Dionisio Herrero y su conductor, el soldado Alberto Pasamontes, muerto el primero y herido el segundo en el atentado de ayer, tenían algo en común: ambos estaban a punto de colgar el uniforme. Al general le faltaban poco más de dos meses para jubilarse, el próximo 25 de diciembre, día de Navidad, fecha de su 64 cumpleaños.

Al soldado le quedaba todavía menos: dos semanas. Aunque tenía previsto licenciarse el 18 de noviembre, al cumplir nueve meses de mili, los 15 últimos días tenía permiso por vacaciones. Es posible que su baja en el Ejército se demore hasta que esté recuperado de sus heridas, pero ya no volverá al servicio en filas.

Pasamontes, de 23 años, soltero, natural de Alcorcón (Madrid), de familia humilde, se sacó el carnet de conducir antes de incorporarse a las Fuerzas Armadas, y eso le permitió obtener una plaza en el Grupo de Automóviles del Cuartel General del Aire, donde servía como chófer a los mandos.

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Ayer mismo, si las balas de ETA no se hubieran cruzado en su camino, Pasamontes hubiera llevado seguramente al general Herrero al Ministerio de Defensa: a las 11 de la mañana tenía una cita con el jefe de Personal del departamento, José Llovet, y con el rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos.

Como director de Sanidad del Ejército del Aire, el general formaba parte de la comisión de seguimiento del convenio firmado entre la Universidad y el Ministerio de Defensa para el uso académico del hospital Militar Gómez Ulla y del hospital del Aire, en Madrid.De este último centro fue director entre enero de 1989 y marzo de 1991 el propio Herrero, especialista en medicina interna, quien durante dos años trabajó también para el Ayuntamiento madrileño, en la casa de socorro de Ventas, hasta que la ley de incompatibilidades le obligó a dejar el pluriempleo.

Segoviano, casado con Isabel Moya, funcionaria del Ministerio de Educación jubilada por enfermedad, sin hijos, el próximo retiro le hubiese permitido cultivar su afición a la música clásica y los viajes.

No le han dejado.

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