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Entrevista:ELECCIONES EN PAKISTÁNBenazir Bhutto Líder del Partido Popular de Pakistán

"Me siento a gusto con el Ejército"

Ha perdido casi la voz y reconoce que está agotada por el esfuerzo final de la campaña, pero su voluntad sigue intacta; continúa siendo el animal político que la llevó a convertirse en 1988 en la primera jefa de Gobierno de un país islámico. Dos años después cayó, en buena medida, por las presiones militares, pero ahora dice sentirse cómoda con el Ejército.

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Benazir Bhutto, de 40 años, culpa a todo el establishment de Pakistán y especialmente a los militares y a la oposición de que no la dejaran cumplir en los 20 meses que gobernó entre 1988 y 1990 ninguna de las promesas que la llevaron al poder. Asegura, sin embargo, que el Ejército ha cambiado enormemente en estos tres últimos años, que ahora se siente "a gusto" con él y que está convencida de que no interferirá en sus tareas de gobierno. Si Benazir Bhutto es capaz de hablar así de la institución que mandó a la horca a su padre y a la que juró odio eterno, es que Pakistán ha empezado verdaderamente, 46 años después de su fundación como nación independiente, su andadura democrática.En Larkana, en el feudo de los Bhutto en la sureña provincia de Sind, y donde Benazir pasó largos años de confinamiento, espera confiada, tras votar, los resultados de las elecciones. Cientos de seguidores y empleados del Partido Popular de Pakistán (PPP) ocupan la entrada y los patios de la vasta mansión. En una de sus rústicas y amplias salas, Benazir habla con la periodista, mientras sus hijos Bilawal y Bajtawar juguetean por allí. La más pequeña, nacida en febrero, se quedó en la casa de Karachi. "He ido a la cárcel para visitar a mi padre, a mi madre, a mi marido, yo misma he estado encarcelada y no me gustaría tener que ir para visitar a mi hijo", señala al preguntarle si le gustaría que alguno continuara su carrera política.

Rodeada de cuadros de su padre, Zulfikar Alí Bhutto, fundador del PPP y ahorcado en 1979, tras ser depuesto dos años antes por el general Mohamed Zia Ul Haq, Benazir comienza inevitablemente la entrevista hablando de la herencia política de su progenitor y asegura que ella está en estas tareas "no por devoción sino por obligación". "Para mi padre la política era una pasión, para mí es el deber de seguir su obra, de lograr un Pakistán moderno, progresista y democrático". La vida de los Bhutto se ha convertido en el gran folletín de Pakistán.

Para añadirle un poco más de morbo, Murtaza, el hermano menor de Benazir, que lleva 14 años de exilio, decidió hacerle sombra en estos comicios y se presentó como candidato independiente para seis escaños de la Asamblea Nacional y 17 de la Asamblea de Sind. La ley electoral paquistaní permite a la misma persona presentarse por diferentes sitios. Si gana más de un escaño lo cede a quien decida.

Nusrat Bhutto, viuda de Zulfikar, madre de ambos hermanos, candidata también en estas elecciones y con la que Benazir nunca se levó demasiado bien, considera que el auténtico heredero de Zulfikar es Murtaza. Éste, condenado en ausencia por un tribunal militar por haber secuestrado un avión paquistaní en 1981, ha hecho su campaña electoral por teléfono desde Damasco, donde reside. El rencor contra su hermana le viene de que ella no hizo nada cuando era primera ministra para ayudarle a volver al país.

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Los funcionarios que trabajaron con Benazir afirman que nunca confió en nadie, ni escuchó a nadie; se rodeó de una pandilla de ineptos y finalmente se quedó sola. Muchos son los que confían en que la travesía del desierto la haya cambiado, aunque ella insiste en que cuando verdaderamente aprendió fue cuando estuvo en el poder.

La corrupción de la vida política paquistaní está en boca de todos y todos se declaran inmaculados y acusan siempre al contrario. Bhutto fue depuesta por el ex presidente Gulam Ishaq Jan bajo la acusación de corrupción. Entonces le pareció un atentado contra la democracia, pero cuando en mayo pasado Ishaq Jan volvió a repetir los mismos cargos para destituir al entonces primer ministro, Nawaz Sharif, le pareció una decisión tomada por el bien de Pakistán.

"Cuando el PPP llegó al poder se encontró no sólo con los bancos saqueados sino que nadie, comenzando por la familia del general Ishaq Jan, pagaba sus impuestos. Quisimos limpiar y organizar el país pero hubo una lucha terrible contra nosotros. Mi marido fue acusado de múltiples delitos, pero afortunadamente nada pudo probarse", señala. Alí Zardari, procedente de una familia de negociantes de la misma provincia se Sind, se casó con ella en 1987 y, sea por lo que fuere, sus bienes y especialmente los de su padre se incrementaron considerablemente durante el gobierno del PPP.

Alí Zardari pasó dos años y medio en la cárcel mientras su mujer hacía todo lo que podía para sacarle. Al preguntarle si le consideraba su mejor consejero, se irrita. "Es puro machismo pensar que el hombre tiene el papel dominante y la mujer ha de ser sumisa. Tengo mucho respeto por mi marido, pero las decisiones las tomo yo. Yo fui quien le dije que se presentara a las elecciones de 1990 para que públicamente dejara de estar pegado a mis faldas y se le conociera por sí mismo".

Mientras se celebraban estas elecciones, un acuerdo entre Ishaq Jan, Sharif y Bhutto puso al frente del Ejecutivo paquistaní a Moin Qureshi, un economista desconocido sin ligaduras políticas que ha desatado una auténtica revolución: la publicación en los periódicos de largas listas de gente que no devuelven al Estado los préstamos concedidos como favores especiales y de defraudadores del fisco.

Según Bhutto, esas listas las realizó el PPP durante su gobierno, pero el presidente no la dejó publicarlas. "Lo que ha hecho Qureshi no es suficiente, aunque es un buen comienzo", afirma, para subrayar que no está satisfecha y que en su nueva andadura como primera ministra desatará una guerra sin cuartel contra la corrupción. "La ley es la ley y haremos que se cumpla", indica al preguntarle si la lucha afectará a su propio partido.

En un país que ha pasado más de la mitad de su andadura como nación independiente bajo la bota de los militares, Benazir Bhutto asegura que la corrupción procede del Ejército, pero manifiesta que han de ser los tribunales castrenses los que juzguen a sus hombres.

La confianza que demuestra actualmente en el Ejército es insólita. En medios diplomáticos se asegura que la luna de miel entre Nawaz Sharif y las Fuerzas Armadas se rompió cuando el general Asif Nawaz ascendió a jefe del Alto Estado Mayor en diciembre de 1991 y comenzó a desmantelar al antiguo generalato procedente del régimen de Zia, que rodeaba al primer ministro. "Estoy completamente convencida de que el Ejército en 1988 es totalmente distinto al actual. En tan sólo cinco años los cambios han sido tremendos. Entonces el jefe de la inteligencia [general Durrani, de quien se decía que había formado un Estado dentro del Estado] desató una guerra psicológica contra nosotros, pero hoy hay elementos progresistas al frente a las Fuerzas Armadas. Es un desarrollo positivo que espero continúe".

Al preguntarle si se encuentra respaldada por el nuevo mando militar, lo rechaza de plano: "Me encuentro a gusto con el Ejército pero no creo que apoye a ningún partido. No lo necesita. Me siento bien porque creo que es un triunfo para Pakistán y para la democracia paquistaní. Es increíble, pero los militares están quitando sus manos de los asuntos políticos del país. Ahora tienen el compromiso de facilitar la transición".

Bebiendo sin parar un refresco de cola con mucho hielo, enumera lo que piensa hacer para que el país funcione mejor, entre otras cosas, crear 80 gobiernos de distrito con amplia autonomía y dependientes del Gobierno central. Aunque indica que piensa dejar el sistema federal de las cuatro provincias (Sind, Punjab, Baluchistán y la Provincia del Noroeste), su plan, sin duda, representa un intento de acabar con el poder de Punjab, la provincia que ocupa medio Pakistán, la más rica y la que en cuanto quiere desestabiliza al Gobierno central. De hecho, si el PPP consiguiera el Gobierno central y la Liga Musulmana de Pakistán de Sharif lo ganara en Punjab, donde las elecciones provinciales se celebrarán el sábado, el Gobierno de Bhutto, como pasó la primera vez, no tendría más de dos años de vida.

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