_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Ojo

¿Se acuerda usted, amigo lector, de las memorias de un monje tibetano que explicaba cómo un tercer ojo practicado en su frente durante el aprendizaje le permitía ver más allá del horizonte y dentro de las almas? ¿Aquella abertura que era como una ventana a la intuición y a las voluntades? Gracias a él, nuestro monje todo lo sabía, todo lo comprendía. Ya. Pues no había visto usted nada. Nada comparado con el Tercer Ojo que ahora tenemos colectivamente los humanos y del que todos vivimOs pendientes. Sólo nos creemos lo que nos enseña: lo que no es visto a su través, no existe.La cosa empezó con la guerra del Golfo. Allí estaba el Tercer Ojo, echando un vistazo a los consejos de guerra de Sadam Husein y a los misiles Scud cayendo en Tel Aviv. Nos comentaba lo que ocurría desde un hotel de Bagdad y desde la primera línea de batalla en Kuwalt. Nos enseñaba a las sargentos gringas y a los partisanos kuwaitíes. Bueno, bueno.

Luego, como si estuviéramos en en el cine, el desembarco en las playas de Mogadiscio fue retrasado hasta que llegó para ser su testigo, en medio de los focos. Algún casco azul, armado hasta los dientes, se detuvo ante él y saludó con la mano para que lo viera su señora madre en Kentucky.

Y, por fin, ahora, en Moscú, ha estado en todos lados. Lo he comprendido: no tiene amigos ni enemigos. Sólo sujetos de contemplación. Con total frialdad, nos ha hecho ver a Yeltsin y a Rutskói, la Casa Blanca de allá y la de acá, los zambombazos de los tanques y los palos que los civiles propinaban a los soldados. Y al final, ha salido el vencedor y ha dicho que todo iba a estar bien.

Y es que usted y yo tenemos nuestro Tercer Ojo, no en la frente, sino en Atlanta, Georgia, sede universal de la CNN. ¿Qué más podíamos pedir?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_