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Entrevista:

"Me quiero ir de incógnito"

Robert Álvarez

Sibilio hace compatible su preferencia por un adiós discreto con la desinhibición a la hora de proclamar sus firmes convicciones, las mismas que le han dado fama de polémico. El alero, nacido en Santo Domingo y nacionalizado español, lamenta los errores cometidos por los dirigentes del baloncesto, el exceso de autoridad de los entrenadores y la relación que se establece entre la sociedad y el deportista profesional.Pregunta. ¿Qué hace ahora?

Respuesta. A escala deportiva, nada. Estaba saturado de vivir en Vitoria, fuera de Cataluña. En coincidencia con el ajuste económico del deporte, consideré que era mejor tomarme un largo, muy largo, descanso.

P. ¿Se ha retirado?

R. No es eso. Dejémoslo en que he decidido parar. Todavía se pueden dar las condiciones para que continúe un año más.

P. ¿La decisión es suya o alguien le ha empujado a ella?

R. Es totalmente mía. Me quedaba un año de contrato en Vitoria. Fui yo quien pidió la rescisión. Además, me limité las posibilidades para seguir jugando porque sólo aceptaría hacerlo en Cataluña.

P. ¿No se siente un poco olvidado por la Prensa?

R. Siempre he estado un poco al margen de ella. Quiero seguir así. Es mi forma de pensar. Acabé mi vida pública.

P. ¿Se han interesado por usted sus compañeros, entrenadores o directivos?

R. En Vitoria me despedí de todos. De hecho, Josean [Querejeta, el presidente del Taugrés] ya sabía que me retiraba. Me preguntaron si deseaba un homenaje en Vitoria con el Barcelona, pero no me agrada este tipo de actos. Me quiero ir como llegué a España: de incógnito. Soy alérgico a las grandes despedidas.

P. ¿Hastiado del basket?

R. Me encanta jugarlo. Pero lo que lo envuelve no es todo lo transparante que quisiera. Vivimos con ello. Unos lo llevan mejor y otros peor. En estos últimos cinco años todo se ha multiplicado y ello supone un peso. Veinte así te saturan. Jugar un partido ya no es tan divertido como antes.

P. Si no fuera por esos factores, ¿podría ser divertido?

R. Creo que sí, pero existe un drama continuo. Hay armonías que se rompen en función de que la pelotita entre o no. Una ciudad entera te juzga. Siempre salen a relucir los millones que cobras, más en una ciudad pequeña, en la que todo el mundo sabe la letra pequeña de tu contrato, cuando nadie habla del esfuerzo que hace un jugador. No me gusta la fama. Nunca me ha gustado. Preferiría que nadie me reconociese, no tener que sentarme en la última mesa de un restaurante para pasar inadvertido.

P. ¿Le han querido retirar?

R. No. La prueba es que tuve ofertas del Valvi Girona y el TDK Manresa y algo me dijeron también del Fórum Valladolid y el Argal Huesca.

P. Pero ha tenido muchos problemas en su carrera.

R. Nadie debe perder su personalidad por dinero. Por ello me fui, por ejemplo, del Barcelona. Les debo un respeto a mis compañeros y mis entrenadores, pero, como persona, todos me deben un respeto. Los técnicos, tal vez por su sentido de la autoridad, llevan la disciplina al terreno personal y, entonces, te hieren. Por ahí surgieron problemas con Aíto [García Reneses, el del Barcelona], con Antonio [Díaz Miguel, ex seleccionador español] y con Iñaki [Iriarte, ex técnico del Taugrés]. Como jugador, hago lo que el entrenador quiera, pero sin que me falte al respeto. Por otra parte, la gente cree que, cuando vas vestido de calle, te puede tratar como patrimonio nacional y eso no es así.

P. ¿Qué dicen en su casa?

R. Llevaba meditando sobre esta decisión hace mucho tiempo, pero hace tres años no podía romper el contrato. La crisis y lo que sucedió el año pasado, la muerte de mi hermano, me hicieron tomar una determinación. Te das cuenta de que, por ir detrás de una pelota, pierdes cosas trascendentales. Tengo una familia a más de 9.000 kilómetros. Murió un hermano, murió una hermana y no llegué ni al entierro. Allí tengo a mis padres, cuatro hermanos más y 18 sobrinos. En Vitoria tampoco podía ver con la frecuencia que deseo a mis hijos, que continuaban estudiando en Barcelona.

P. ¿Cree que los clubes se aprovechan de la crisis?

R. Es normal, pero fueron ellos los que rompieron el mercado. Ha bajado la cotización de los jugadores con el problema social que ello significa. Muchos jóvenes no pueden pagar siquiera la hipoteca de un piso. Hemos pasado de los salarios millonarios a los míseros.

P. ¿Qué le parece la Liga?

R. Es una buena Liga. Pero se ha incurrido en errores graves, de exageración y cautela, que se pagarán. Por ejemplo, está el asunto de los tres extranjeros. Se han sustituido dos buenos norteamericanos por tres mediocres. Se ha sacrificado la calidad por la cantidad. Ello perjudica al baloncesto español porque, automáticamente, elimina a una importante cantidad de jugadores jóvenes.

P. ¿Las nuevas generaciones?

R. Seguimos evolucionando en plan NBA. Un error, porque ellos cuentan con atletas negros con características diferentes a las del europeo.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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