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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Del lado del verdugo

AUNQUE UN millón de personas aplaudiera el crimen, no por ello dejaría de serlo: el asesinato de un hombre de 77 años, guardia civil retirado, dos días antes de la fecha elegida por los amigos de ETA para manifestarse en San Sebastián, revela, por si quedaba alguna duda, el significado de esa movilización. En todo caso, el significado de la misma para ETA.La manifestación del pasado sábado contra el secuestro de Iglesias Zamora y por el fin de la violencia etarra fue la mayor de la historia de la ciudad. Fue convocada por un grupo de ciudadanos particulares muy representativos de la sociedad vasca actual: del mundo del euskera, las artes plásticas, la universidad, el deporte -más de una docena de futbolistas de los equipos vascos de Primera División se adhirieron públicamente- Herri Batasuna convocó su contramanifestación diciendo que la diferencia entre una y otra consistía en que la primera era en defensa de España y la represión, y la otra, a favor de Euskadi y de la paz.

Tras el éxito de la movilización del sábado pasado modificaron ligeramente el argumento: ese éxito revelaba los deseos de paz de la gente; la convocada para el 18 ofrecía una respuesta eficaz a tal aspiración: la negociación política. La cosa estaba suficientemente clara, pero ETA ha querido subrayarla con un nuevo crimen. Ofrecen a la vez el problema y la solución: matan para demostrar que no hay paz, y proponen acabar con la violencia mediante una negociación. Cuentan con que siempre habrá algún necio que diga que este nuevo atentado revela la gravedad del contencioso de fondo, sus causas profundas, y hasta tal vez se ofrezca para hacer de mediador. No hay nada que reconforte tanto a los terroristas y les convenza de que están en la buena vía.

Los que esperan que algo les llegue del rescate exigido a la familia de Iglesias Zamora llevan una semana intentando cambiar de conversación: que "hay muchas formas de violencia, como los accidentes laborales"; que no creen en la paz "de los que aplauden a Atutxa" -consejero vasco de Interior-que existe un "conten cioso histórico". Sin embargo, no han respondido a aquello por lo que desde hace 75 días son interpelados: con qué derecho alguien puede secuestrar a un hombre . y exigir dinero por no matarle. Y también: en nombre de qué puede justificarse un crimen como el de anteayer en Andoaín.

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Para matar a un anciano desarmado mediante una bomba colocada en su coche hace falta una cobardía moral, una vileza, fuera de lo común. Pese a lo cual, es posible que HB consiga congregar hoy a miles de seguidores, y que muchos de ellos se enardezcan jaleando a quienes ordenaron el crimen y a quienes lo ejecutaron. Pero algún día negarán haberlo hecho, y los que lo admitan no se explicarán cómo pudieron haber estado tan ciegos. Algún día: cuando hayan superado el miedo que les empuja a elegir el lado del verdugo.

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