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Las jóvenes 'desaparecidas' inventaron toda su peripecia

Antonio Ginés, el padre de Amanda y Virginia, dos de las tres chicas de 17 y 15 años que desaparecieron el domingo en Madrid, se pasó la tarde de ayer en la cama. Le tumbó el disgusto que le dieron las jóvenes al descubrirse que se habían inventado una sórdida historia de rapto y violación para encubrir una aventura adolescente.No hubo taxista ni cómplice que intentasen abusar de ellas. Las heridas sí son reales, pero se las causaron ellas mismas: Alicia, la amiga que se escapó con las hermanas Ginés, se dio cabezazos contra un muro para que su frente mostrase las señales de una agresión y Amanda se arañó los, brazos para simular un inexistente forcejeo.

Han jugado con los sentimientos de todo el mundo", dice Guadalupe, la madre de las dos muchachas. Los policías del Grupo de Menores (Grume) consiguieron arrancar la verdad a las dos hermanas delante de su madre después de que su amiga Alicia confesase a su familia que habían inventado todo. Las tres jóvenes salieron de la discoteca Titanic, en la calle de Atocha, a las 23.30 del domingo, y decidieron correrse una juerga segoviana. Pidieron 5.000 pesetas a un amigo, sin decirle lo que se proponían, y se dirigieron a la estación de Atocha, donde compraron billetes para Segovia en una máquina automática. Pero no se dieron cuenta de que el siguiente tren a la ciudad castellana no salía hasta la mañana del lunes. La aventura no podía esperar tantas horas y se fueron a la estación del Norte. El primer autobús que pasó por allí era tan bueno como cualquier otro. Al pasar por Alcorcón vieron luces de verbena y se bajaron. Tras la etapa nocturna en esa localidad regresaron a Atocha. Se empeñaban en ir a Segovia. Nadie se explica la razón. "Lo único que han dicho es que a Alicia le gustaba mucho esa ciudad", relata Guadalupe.

El episodio del convento es de los pocos datos verdaderos de su historia. En efecto, en Segovia pidieron dinero y ropa a unas monjas. Pero no alcanzaba para volver a Madrid, como finalmente habían decidido, y pensaban solicitar ayuda en Cáritas. Pero el auxilio vino de la mano de la Guardia Civil, que las localizó y llamó a sus familias.

La policía ha remitido el caso al fiscal de menores por si hubieran cometido un delito de falsa denuncia. Guadalupe, la madre de Amanda y Virginia, no las exculpa: "Son unas inconscientes y nos han hecho sufrir mucho". "Podíais dedicaros a escribir cuentos", ironizó un agente. "Seguro que os los compraban".

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