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CAMPEONATO DEL MUNDO DE ATLETISMO

El imperio biónico de Kersee

Su 'cuadra' de atletas suma 26 medallas desde Los Ángeles 84

Santiago Segurola

"Me han llamado guru, esclavista y tramposo, pero nunca me han llamado buen entrenador". Es la queja de Bob Kersee, el constructor del mayor imperio de medallas en los últimos 10 años. Nacido en Panamá en 1954, atleta frustado y antiguo predicador baptista, Kersee es el entrenador más discutido y célebre del mundo. Su pequeño grupo de atletas, integrado mayoritariamente por mujeres, ha conseguido 25 medallas desde los Juegos de Los Angeles, en 1984. Su nivel de eficacia se ha vuelto a observar en Stuttgart, donde sólo patrocinaba a Gail Devers y Jackie Joyner, su esposa. Las dos atletas estadounidenses se llevaron el triunfo en los 100 metros y en el heptalón, y con la posibilidad abierta de nuevos triunfos para Devers.Dice que tiene la sangre caliente y un buen olfato para detectar atletas. "Es muy fácil. Cualquier atleta que gana el campeonato universitario de Estados Unidos tiene el potencial para ganar un título olímpico. Sólo hace falta trabajar y cuidarle". Todos, incluso sus enemigos, le reconocen una infatigable capacidad de trabajo. Llega a las ocho de la mañana al estadio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y lo deja bien entrada la noche. El olfato le ha valido para reclutar el grupo de atletas de mayor éxito de la historia, casi todas mujeres, procedentes mayoritariamente del área de Los Ángeles. Sus nombres son historia en el atletismo: Valerie Brisco (triple campeona olímpica en los Juegos de 1984), Florence Griffith (plusmarquista mundial de 100 y 200 metros y triple campeona olímpica en Seúl-88), Jackie Joyner (multicampeona en decatlón y salto de longitud en Juegos Olímpicos y Campeonatos del Mundo) y Gail Devers (campeona olímpica y mundial de 100 metros).

Los detractores de Kersee consideran que su grupo tiene las características de las sectas. Hablan del seguidismo absoluto hacia el jefe, del carácter mesiánico del técnico y del hermetismo que rodea a su pequeño ejército. Kersee responde: que sólo es un buen y dedicado entrenador que ha revitalizado el atletismo femenino en Estados Unidos, después de varios anos de languidez.

Su nombre se ha asociado a las sospechas de dopaje, acusación propiciada por las sorprendentes explosiones de Valerle Brisco y sobre todo de Florence Griffith, cuyos récords no están al alcance de ninguna mujer en estos momentos. En los Juegos de Barcelona, la estadounidense Gwen Torrence le apuntó directamente cuando dijo que dos de las tres medallistas de 100 metros se habían dopado. Se refería a Devers y la rusa Privalova. Kersee reaccionó con la vehemencia acostumbrada y dedicó todos los Juegos a salvar su nombre. Hasta ahora, ninguna atleta de Kersee ha sido inhabilitada por consumo de sustancias prohibidas. Sus dos únicos tropiezos han sido con hombres, y ninguno por tomar anabolizantes. El vallista Danny Harris fue suspendido por consumo de cocaína y Greg Foster, triple campeón mundial de 110 meetros vallas, fue inhabilitado tres meses por tomar una medicina que tenía un producto ilegal. En ninguno de los casos, las sospechas se dirigieron a Kersee.

La polémica también se centra en su dedicación casi exclusiva a las atletas, el sector mayoritario de su grupo. "Lo hago porque el margen de progresión entre las mujeres es superior. Hay un mundo sin explorar en el atletismo femenino", dice. Sus métodos de trabajo son intensivos. Pertenecer a la cuadra de Kersee significa un calvario en el gimnasio y la obediencia de sus órdenes. Quiere que sus atletas estén siempre disponibles, incluida su mujer, Jackie Joyner, cuya negativa a competir en el salto de longitud en los Mundiales provocó un grave conflicto familiar.

Sus métodos han generado un biotipo de atleta muy característico: las chicas de Kersee poseen un desarrollo muscular tremendo, tienen una gran facilidad para la recuperación tras los esfuerzos y un extraordinario instinto competidor. Así ha sido desde Valerie Brisco hasta Gail Devers, forjadas bajo la dictadura de un hombre que se queja de los ataques que recibe y pide que alguna vez le califiquen como un buen entrenador.

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