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El Madrid pierde en San Siro, pero reduce diferencias con el Milán

La supremacía del fútbol europeo la ostenta oficialmente el Olympique de Marsella, que se reboza en el barro de supuestas corrupciones. Pero su reinado parece provisional. Son muchos clubes los que están maquinando el golpe de estado y entre ellos el Milan de Silvio Berlusconi, que ha perdido la brillantez de antaño pero no su eficacia. El equipo milanés no quiere perdonar ni en los amistosos, quizá para amedrentar de antemano a sus futuros rivales. Primero dio un serio aviso al Barcelona de Johan Cruyff, en Oviedo, y anoche superó al Real Madrid, en el denominado, con excesiva alegría, partido del verano. La ajustada victoria del Milan, paradójicamente, le sirvió al Madrid para sacudirse, hasta cierto punto, un síndrome que arrastraba desde el 19 de abril de 1989 en que fue goleado sin piedad.Benito Floro cambió su discurso psicológico en vísperas del amistoso. Pasé de incentivar a sus jugadores a desdramatizar el acontecimiento, calificándolo de simple amistoso, además de elogiar a su rival. Pero planteó el encuentro con seriedad.

La mentalización madridista fue tan grande que, de salida, puso al Milan entre las cuerdas. El Madrid se metió en el partido desde el minuto inicial. Todo lo contrario que su rival. La presión blanca encontró vías y desaprovechó tres claras oportunidades de gol. Perdonó y le costó caro.

El remozado Milan se ha convertido en un equipo especulativo, de fuerte sistema defensivo y que contraataca como un rayo. Deja que sus rivales se duerman, les cede el control del balón y cuando lo roba, lo desplaza en tres toques para que sus armas letales, Papin, Simone o Boban, actúen sin piedad.

El Milan, además, se encontró anoche con la ventaja de que el Real Madrid adelantó excesivamente su defensa, que todavía carece de coordinación. Conclusión: tres rápidos contraataques y tres goles. Para desmoralizar a cualquiera. Pero el colectivo madridista, casi idéntico a aquel que encajó el 5-0, tiene más capacidad de sufrimiento y por eso pudo restañar sus heridas en el segundo periodo, cuando su rival bajó la guardia. El gol de Michel, al filo del descanso, fue como el aerosol que calma el dolor tras recibir un golpe. El de Zamorano, a los 10 minutos de la reanudación, un bálsamo para el equipo en rodaje de Floro.

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