Caída en picado

Emilio Sánchez Vicario, de 28 años, dirime una batalla particular contra todos sus rivales en el circuito profesional de tenis para evitar su inexorable caída. El mayor de los Sánchez Vicario vive su peor temporada desde 1986, cuando entró a formar parte de los 20 primeros jugadores mundiales. Emilio ha permanecido en este restringido grupo de élite durante los últimos siete años. Sin embargo, esta temporada ha sufrido ocho derrotas en primera ronda y no ha podido superar las semifinales de ningún torneo. Los últimos síntomas de declive volvieron a quedar patentes el miércoles en los Internacionales de España en pista rápida que se disputan en El Espinar, cuando perdió en la segunda ronda frente al venezolano Maurice Ruah, por 6-7 (4-7), 6-2, 7-5.Emilio nunca fue un jugador superdotado para el tenis. Sin embargo, su inquebrantable espíritu de luchador y su instinto ganador le permitieron situarse entre los 20 mejores del mundo e incluso entre los 10 primeros en 1990.

¿Qué le ocurre a Emilio? Al margen de, las lesiones, que le están persiguiendo durante los últimos años -en estos momentos se está recuperando de una afección vírica en el estómago-, su cuerpo no parece dispuesto a mantener el mismo nivel de sacrificio que le llevó a lo más alto. Su mente tiene, además del tenis, otras cosas en qué pensar.

Emilio tiene la vida resuelta. No necesita dinero. Ha superado todas las metas que cualquier joven de su edad podía soñar. Le queda, eso sí, la asignatura pendiente de no haber disputado ninguna final individual del Grand Slam.

En cualquier caso, Emilio sigue peleando. "Sólo me falta volver a coger la confianza que necesito para afrontar el Open de Estados Unidos. Estoy teniendo muchos altibajos esta temporada. Me cuesta recuperarme".