Por San Juan, fuego, espanto y tragedia

¿Hubiera podido evitarse que tanta gente muriera abrasada o asfixiada? ¿No tuvo la culpa del terrible balance del incendio el hecho de que los enfermos estuvieran profundamente dormidos a causa de los somníferos que les habían sido suministrados? ¿Cómo podían escapar a las llamas los que se despertaron si las ventanas y las puertas estaban cerradas con candados? Éstas eran las preguntas que se hacían ayer muchos franceses al ver las imágenes de la clínica psiquiátrica privada que se convirtió en un horno crematorio en la noche de San Juan."Es un drama espantoso", dijo Simone Veil ante los ataúdes de las 18 víctimas mortales del incendio de la clínica San Francisco de Asís, de la localidad de Bruz, a unos diez kilómetros de Rennes. "Esta tragedia nos obliga a interrogarnos sobre la seguridad del centro", añadió la ministra de Asuntos Sociales. "¿Se respetaban todas las reglas? Ahora no tengo respuesta a esa cuestión".

La clínica era un centro privado y ocupaba un viejo castillo de piedra situado en medio de un parque. Había internadas allí 64 personas afectadas por problemas psiquiátricos, la mayoría de ellas mujeres de edad avanzada. Según informó un miembro del personal del centro, los pacientes celebraron, "como cada año", la noche de San Juan, la del jueves al viernes. Después de "una buena comida", asistieron en el parque del castillo a un espectáculo humorístico montado por algunos de ellos. Luego tomaron sus calmantes y se fueron a dormir.

El incendio se desencadenó a las 0.30 de ayer, por causas todavía desconocidas. Uno de los bomberos declaró: "Era una pesadilla. Cuando llegamos se escuchaban alaridos por todas partes, había un humo espesísimo y las llamas avanzaban a toda velocidad. En menos de una hora, el fuego destruyó casi por completo la planta baja y los dos pisos de la clínica. Murieron abrasadas o asfixiadas 18 personas -17 enfermos y una enfermera- y resultaron heridas otras 35, cinco de ellas de gravedad.

Los responsables de la clínica aseguraban ayer que el edificio respetaba todas las normas de seguridad en materia de prevención de incendios. "No entiendo cómo pudo ocurrir% afirmó Josiane Moisan, la directora administrativa. Entretanto, la gendarmería y el fiscal de Rennes comenzaban una investigación para determinar las causas del siniestro y explicar su elevada mortalidad.

Algunas estremecedoras evidencias iban abriéndose camino. Un miembro del personal confirmó que las ventanas exteriores y las puertas de las habitaciones estaban cerradas con candados -"como es habitual en este tipo de establecimientos"-, y también que los enfermos dormían bajo el efecto de somníferos.De los primeros datos de la encuesta oficial se deducía que la mayoría de las víctimas mortales resultaron abrasadas o asfixiadas por emanaciones de gas carbónico mientras dormían. Los otros enfermos, según el testimonio de un bombero, "no comprendieron lo que ocurría cuando los despertamos". Algunos "reaccionaron violentamente"; otros "se dejaron llevar por el pánico".

Mediada la tarde, las cuentas salían, excepción hecha de un paciente, del que se sospechaba que había escapado durante el incendio. Lo buscaban gendarmes en helicóptero.