Incomunicados en el Campo de las Naciones
Máximo González, presidente del Consejo General de Enfermería, esperaba ayer al mediodía que uno de los empleados del Palacio Municipal de Congresos abriera su despacho. "El jueves, a las ocho de la mañana, estuve más de media hora esperando. Les he insistido que lo dejen abierto, pero no hay manera... ", se lamentaba González.Las deficiencias que han deslucido el desarrollo del 200 Congreso Mundial de Enfermería son achacadas por González al incumplimiento de los plazos marcados para finalizar el Palacio Municipal de Congresos. "Nos dijeron que estaría acabado un mes antes del congreso y he debido tener aquí destacada a una persona durante 15 días vigilándolo todo, pero aún", dice Máximo González, "no hemos conseguido los equipamientos necesarios". "Me han tenido toda la semana incomunicado, sin teléfono".
Ayer, día de la clausura del congreso, Máximo González tenía, por fin, un teléfono en su despacho, pero al entrar miró con desconfianza la silla donde se sentaba: el pasado miércoles los bordes sin rematar del mobiliario de diseño elegido para los despachos se cebaron en el traje de una las enfermeras venidas desde Kenia. "Le hizo un rasgón impresionante", recuerda González.
Las evidentes carencias del centro han redundado, según el presidente de la enfermería española, en un reconocimiento del esfuerzo realizado por los organizadores del congreso. No obstante, Máximo González, elegido vicepresidente del Consejo Internacional de Enfermería, reconoce que parte de las dificultades vividas por los asistentes se deben a problemas internos.Sin traductores
"La gente se queja de que han pagado por un servicio que no tienen y llevan razón", afirma González. "El problema", continúa, "es que la junta directiva saliente del Consejo Internacional de Enfermería ha boicoteado la traducción simultánea porque dicen que cuesta muy caro. Además, la reunión de ese organismo, que sí se realizaba con traductores, se prolongó dos días más de lo previsto y hubo que cambiar algunas de las ponencias más interesantes a una sala de menor aforo, dictándose sólo en inglés. Esto provocó malestar entre los 5.000 asistentes españoles"."Esto es un desastre. Te envían una carta diciéndote que tienes que traer traje largo para la clausura y luego te tienen todo el día tirada por la moqueta. No, hay ni sillas". Inmaculada estaba, la tarde del jueves pasado, desbordada por la indignación.. Su ira crecía con el recuerdo de las 40.000 pesetas abonadas para asistir a la reunión.
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