El pueblo
"El pueblo es sabio", se ha afirmado tras la masiva afluencia de los españoles a las urnas. Bien es verdad que son los ganadores quienes más apoyan esta tesis, pues muchos de los perdedores comentan que el pueblo es tonto.Mal camino llevan los que llaman tonto al pueblo, porque se puede ofender y tomar represalias. En cambio, si le miman y lisonjean, se sentirá sumamente agradecido. El pueblo también tiene su corazoncito, cantan en La verbena de la Paloma. En este sentido el que le llegó al fondo del alma fue Alcuino de York, cuando dijo aquello de Vox populi, vox Dei. Hay frases que merecen ser esculpidas y ésta es una de ellas. "La voz del pueblo es la voz de Dios": nada se podría imaginar más sublime y definitivo.
Desde entonces -transcurrido un milenio arriba- el pueblo se ha manifestado de múltiples maneras, algunas contradictorias o aparentemente execrandas, y siempre tenía razón. Por ejemplo, el pueblo español es uno de los que menos periódicos lee, lo cual reafirma su clarividencia: lo que le contamos los periodistas no le interesa. Libros tampoco su le abrir, pero cuando toma la heroica decisión de comprarlos, tiene claras sus preferencias: primero, lo que escriba Antonio Gala; después, Arturo Pérez Reverte; y luego Jiménez Losantos, Carrascal, Gomaespuma, Mingote, Vizcaíno.
Y si es para asuntos de televisión, el pueblo quiere ver las comedias de Lina Morgan y Alfredo Landa, que le hacen reír, o el fútbol, que le motiva. Sin embargo, si le preguntan al pueblo qué debería dar la televisión, responderá: programas culturales. Una muestra más de su sabiduría infinita, porque es propio de sabios andarse con sutilezas, envolver con sofismas y marear la perdiz. O sea, que le rascas al pueblo y sale Maquiavelo; un tipo listo donde los haya.
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