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GIRO DE ITALIA

Ugrumov demuestra que el mejor es humano

Carlos Arribas

Tuvo que ser un veterano ciclista letón, Piotr Ugrumov (Mecair), quien demostrara que Miguel Induráin (Banesto) es humano. Una mezcla de tenacidad oriental, audacia española y astucia italiana hizo ayer, subiendo al santuario de Oropa, que saliera a la luz el verdadero trabajo que le ha costado a Induráin ganar el Giro. Tres mazazos de Ugrumov sobre rampas increíbles hicieron que mucha gente se frotara los ojos: Induráin se quedaba descolgado, no podía. Neutralizada la amenaza Chiappucci, el enemigo principal sobre el papel, Induráin ha tenido que pasar sobre el cadáver de un letón de 32 años para conseguir su segundo Giro consecutivo. La etapa la ganó otro veterano, el italiano Massimo Ghirotto (ZG).

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Si hubiera, estado preparado, los últimos 10 kilómetros de la penúltima etapa del Giro sólo podrían haber salido de un guión ideado por Alfred Hitchcock. Un golpe de efecto para sacudir al Giro de una modorra aparente, insufrible para los italianos. Pero no había nada preparado, ni golpes de efecto que valgan. Nadie buscó una emoción extemporánea: Induráin pasó un momento crítico que a punto estuvo de costarle la victoria final.Fue una lucha desigual, del elefante contra el pájaro. De un ciclista duro, de hierro, ligero como una pluma, Ugrumov, contra otro fuerte, potente, pesado como el plomo, Induráin. Y éste salvó la situación haciendo uso de las armas que le han convertido en el mejor del mundo: el corazón y la inteligencia.

"Soy una persona, un ciclista como cualquiera y claro que soy batible", dijo Induráin. Pero aún no. Aunque le fallen las piernas -"las he sentido mal; el agua y el frío de Sestriere me ha afectado mucho", dijo-, el coraje sigue.

El modelo Mecair

Todo el Giro del Mecair ha sido un modelo a seguir. Sin aparentar nada, han estado en todas partes. La víspera de Oropa se daban por satisfechos con el segundo Puesto del incontenible Ugrumov. Pero, por la noche, miraron la clasificación -el letón, a 1.34 minutos de Induráin- y se dijeron: ¿por qué no intentar el todo por el todo?.

"La subida al santuario de Oropa [10 duros kilómetros, con duras rainpas, una tras otra] era la única llegada del Giro en que Induráin lo podía pasar mal", explicó el director, Emmanuele Bombini. Argentin, que ha confirmado ser el corredor más astuto del mundo, aceleró el ritmo del pelotón y dejó a Induráin sin equipo. Al momento decisivo, a pie de puerto, llegaron seis: Ugrumov, Argentin, Induráin, dos del Ciarrera: Claudio Chiappucci y Stephen Roche, y el ruso Pável Tonkov (Lampre). Argentin, entonces, se volvió a Ugrumov y le dijo: "Venga, ahora", pero el letón le dijo que no, que le dolían las piernas. Y, casi tan milagrosamente como Chiappucci de sus fiebres y su cistitis, el sorprendente: letón se recuperó.

Dio un. hachazo, y luego otro. Induráin, sin aparente dificultad, se le colocó a rueda. Todo parecía controlado. Pero Ugrumov no pensaba así. En la rampa más ' dura, a seis kilómetros del final, echó el resto y se fue solo. Imparable parecía. Y fue la lucha más hermosa del Giro.

Induráin no intentó lo imposible: querer seguir el ritmo salvaje del letón desatado. A su aire subió los últimos kilómetros. Y hasta se recuperó. Logró que el ataque más duro se quedara en 36 segundos. "Induráin es muy, muy, muy inteligente", declaró después Argentin.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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