Euforia
El significado real de las elecciones no se empezará a entender hasta dentro de unas semanas, pues ahora está viciado por el efecto psicológico de sus resultados, totalmente opuestos a las falsas expectativas de voto que distorsionaron confusos sentimientos de culpabilidad y las incontrolables veleidades de la fantasía. No hay que ser Pitágoras para saber quién ganó: PSOE, 159; PP, 141. Una victoria amplia, indiscutible e inapelable.La euforia de los socialistas es legítima y comprensible porque en la misma noche electoral no les llegaba la camisa al cuerpo, mientras la amargura de sus contrarios es dificil de consolar porque se llegaron a creer vencedores. O sea, que unos están exultantes y otros como si se les hubiera venido el mundo encima. Pero no dejan de ser emociones pasajeras. Meses atrás, cuando los ánimos se encontraban más sosegados y las mentes aún conservaban alguna clarividencia, los miembros del PSOE consideraban una catástrofe imaginar que podían perder la mayoría absoluta, y a los del PP, conseguir 34 nuevos escaños, les habría parecido un sueño.
"Los que tiran demasiado de la manta acaban con el culo al aire", dijo Goethe en un inspirado poema¡ No descubrió nada nuevo, sin embargo, pues tan bellas palabras se limitaban a recoger una máxima de la sabiduría popular: "Si quieres vivir tranquilo, no saques los pies del tiesto". Quienes militamos en el Partido Comunista Revolucionario del Niño Jesús (sin ir más lejos), no tenemos esos problemas, pues hemos asumido que jamás ejerceremos poder alguno, lo cual nos evita desvaríos triunfalistas y disgustos de muerte. Y aquí estamos, temes en nuestras convicciones, pero tan serranos, ansiosos de contemplar cómo se vive en este país, ¡al fin!, sin Gobiernos providenciales ni mayorías absolutas.
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