ANDALUCÍA:

Los partidos andaluces tuvieron una noche de sobresaltos. La inquietud que vivían los socialistas nada más conocerse los primeros sondeos dio paso a una euforia contenida pasada la medianoche, cuando se hicieron públicos los resultados con el 87,44% de los votos escrutados. El PSOE andaluz consiguió más de la mitad del voto de los 5.240.587 electores andaluces, el 51,74%, y obtuvo 37 escaños -cinco menos que en las legislativas de 1989- de los 61 que aporta al Congreso esta comunidad autónoma.

Un exultante Carlos Sanjuán, secretario general del PSOE andaluz, calificó de "hermosísimos" los resultados y destacó la obtención de casi 325.000 votos más que en 1989. El mensaje lanzado por los dirigentes de este partido en la recta final de la campaña, apelando al voto útil de los electores de Izquierda Unida e incluso del Partido Andalucista, caló en los andaluces, que otorgaron más de dos millones de votos al partido del sevillano Felipe González. Por el contrario, la noche electoral fue de más a menos en la sede regional del PP andaluz, pese al ascenso de ocho diputados en la región. Sus líderes fueron parcos en valoraciones, si bien la presidenta provincial de Sevilla, Soledad Becerril, calificó de "espectacular" esta subida de los conservadores.

Los resultados cayeron como un jarro de agua fría en dos formaciones: Izquierda Unida y el Partido Andalucista. IU, que con cuatro escaños baja uno respecto a 1989 y pierde su único representante en la provincia de Granada, esperaba al menos doblar su número de diputados y sigue sin lograr representación en las provincias de Huelva, Almería y Jaén.

La ficción del lema electoral andalucista -Ni Pacheco ni Alejandro- se convirtió en la más dura realidad del voto nacionalista andaluz. Ni el Partido Andalucista, que perdió sus dos diputados, ni la novísima formación de Pedro Pacheco obtenían al 87,44% del escrutinio, representación alguna en el Parlamento. Esta circunstancia podría facilitar un pacto de ambas formaciones con vistas a las elecciones autonómicas. Pese al fracaso, los andalucistas no ocultaron una cierta tranquilidad tras comprobar que Pacheco tampoco consiguió sentarse en las Cortes.