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Tribuna:ELECCIONES 6 JUNIOPUNTO DE VISTA
Tribuna
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La irrupción de Azaña

ME VAN A PERMITIR que les cuente una anécdota. Recuerdo que en 1965, cuando era estudiante del último curso de licenciatura y dirigía el Aula de Cultura de la Facultad de Derecho, los estudiantes invitamos a Manuel Sacristán a que viniera a Sevilla a dar una conferencia. Y recuerdo que recorriendo la Fábrica de Tabacos, sede de la actual universidad, Manolo comentó que se notaba que el edificio había sido construido en el único momento en Los unimos 200 aÑos en el que la sociedad española había tenido confianza en sí misma: la época de Fernando VI y Carlos III. Después, añadió, la II República fue el inicio de otro momento de recuperación de la confianza de la sociedad en sí misma, inicio que desgraciadamente no tuvo continuidad. Y en ese proceso de recuperación de la confianza Manuel Azaña fue una figura capital: "Lo que más necesita España es que sus hijos adquieran confianza en el esfuerzo personal".Fue la primera vez que oí hablar de Azaña con naturalidad, con normalidad, situándose históricamente en el lugar que le correspondía en la historia contemporánea de España. Lo que sin gularizaba políticamente a Azaña no era otra cosa que el intentar romper con la tradición de las clases dominantes españolas de impedir que la sociedad tuviera confianza en sí misma. Ésa era una de las razones por las que en España se habían producido tantas rupturas del régimen constitucional: porque los únicos sectores que, dado el desarrollo económico de sociedad española del, momento, podían dirigirla, desconfiaban profundamente de dicha sociedad, le habían estado transmitiendo permanentemente un mensaje negativo, derrotista respecto de sí misma. En pocas palabras, eso era Azaña. Y por eso el régimen del general Franco, dominado por una desconfianza enfermiza en los ciudadanos españoles, fue implacable respecto del político republicano.

El, recuerdo de aquella conversación con Manolo Sacristan fue lo primero que se me vino a la memoria cuando leí que José María Aznar había invocado en un mitin la figura de don Manuel Azaña.

Por una parte, el hecho de que el político más representativo de la derecha española mencionara a Manuel Azaña en sus mítines no podía dejar de resultarme positivo. Que la derecha española esté dispuesta a integrar a una figura política a la que vilipendió en el pasado de la manera que lo hizo es una buena señal. Todas las rectificaciones, vengan de donde vengan y siempre que vayan en la buena dirección, la de la tolerancia, la concordia y la racionalidad, deben ser bien recibidas.

Por otra, sin embargo, el hecho de que esa reivindicación de Azaña se haya hecho en medio de la campaña "más antiazañista" desde 1977, no puede dejar de producirme cierto desasosiego. La campaña del PP no ha sido más que la reproducción planificada de la estrategia secular de la derecha española. El PP parece haber llegado a la conclusión de ue unicamente puede ganar quebrantando la confianza de la sociedad española en sí misma, llevándola a la conclusión de que "el país se va al infierno".

Azaña no tiene nada que ver con lo que el PP está proponiendo en esta campaña electoral. Toda su trayectoria, como política y como escritor, va en la dirección opuesta. Recuperar a Azaña me parece muy bien. Pero recuperarlo de verdad, sin manipulaciones ni falsificaciones. Si José María Aznar no es capaz de hacerlo, mejor que lo deje descansar en paz.

Javier Pérez Royo es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla .

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