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El voto rosa

"Yo voy a votar al partido gay, porque, para que me den por el culo, prefiero que lo haga un profesional"', Andrés tiene 25 años, es auxiliar de vuelo de Iberia y esta noche de viernes ha venido a ligar a un local de ambiente. Bromas al margen, ha decidido dar una oportunidad al PP. "Estoy harto de que me quiten el 19% en la nómina y no me den nada a cambio. No me da miedo la derecha; en Dinamarca son ellos los que han hecho las leyes para proteger a los homosexuales". A su alrededor, otros 150 clientes habituales del Rick's han empezado a quemar el fin de semana. Viéndolos tan arreglados, tan guapos y tan pijos, estoy convencido de que en su casa no tienen la menor idea de que son homosexuales.A pocos metros, en Copas, la atmósfera es más cursi. Álvaro (de 25 años), Alberto (de 26), Sebastián (de 29) y Emilio (de 25) charlan ajenos a la dulzona música italiana con la que el pinchadiscos ameniza el local. Por ser homosexuales tienen problemas en casa, con el trabajo -"a Javi le echaron de Alcampo cuando descubrieron que era marica"-, 31 se enfrentan a los tópicos de una sociedad que les tolera "porque ahora está de moda". Piensan votar, y lo harán a Izquierda Unida: "Son los únicos que hablan de reconocer a la pareja gay".

Los más duros del sector suelen ir a Troya's. Poca luz, una colección de carteles con dibujos de machos agresivos, un escaparate repleto de parafernalia sado-maso (slips de cuero y todo tipo de correajes), tres televisores vomitando vídeos porno y un cuarto oscuro en el que no entro son los reclamos del local. Moisés desgrana un confuso discurso. A sus 29 años, trabaja en un sitio de bodas y banquetes, su padre es distribuidor de Talbot y él confía en el PP. "El PSOE ha dejado a este país un agujero enorme". Hablamos de la deuda exterior y de los tipos de cambio y me cuenta, bajando la voz, que ha dado positivo en una prueba del sida, pero que está convencido de que se trata de un error. El tipo con el que se ha estado morreando media hora no debe saberlo.

Para acabar la noche, una discoteca de moda. Ales está a rebosar. Trescientos cuerpos gloriosos. Aquí se viene a cerrar la jugada con un póquer de ases. Juan (de 31 años) y X (de 26) coquetean en la puerta del servicio. X es representante artístico y tiene su negocio puesto en la cesta del PSOE; le interesan. Juan se declara enamorado del PP y dice que vota por ideología, no por sexo. Escaleras abajo, Jesús baila en la pista, rodeado por las miradas de cincuenta lobos. Se ha quitado la camisa para dejar las cosas claras. Tiene 20 años, es culturista, trabaja en un gimnasio por la mañana y los fines de semana hace striptease en Boys, una sala especializada en despedidas de soltera y divorcios. Apostará por el PSOE, pero pone cara de escéptico. "La política es una lotería". Los homosexuales piensan que esta vez tampoco les va a tocar a ellos.

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