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Mejor un matón que la lenta justicia

Tras un año de prohibición de la 'yakuza', algunos japoneses echan de menos sus métodos

Juan Jesús Aznárez

El hermanamiento de políticos y financieros con el hampa aseguró en Japón escaños, fortunas, ruinas y silencios. La congregación es antigua, diligente y sacramentada en despachos oficiales y consejos de administración. Un año atrás, el Gobierno legisló contra la yakuza, nombre que recibe esa fraternidad delincuente, y la policía recibió instrumentos para combatirla. La oficina del primer ministro recabó hace poco la opinión de los japoneses sobre la mafia nacional. Las conclusiones demuestran que la "honorabilidad" y eficacia que acompañaron su actuación han calado hondo. Uno de cada cuatro jóvenes piensa que, lamentablemente, conviene a veces alquilar un matón de calidad para resolver disputas desatendidas en los juzgados.Un aspirante a la jefatura de Gobierno acosado por una campaña extremista así lo entendió hace pocos años. En cuestión de horas quedó acachorrado un grupo de ultraderechistas bocazas. Shin Kanemaru, que fue indiscutible caudillo del partido en el poder hasta su reciente procesamiento por multimillonaria evasión de impuestos, viajó en una ocasión a Corea del Norte, dictadura con la que Japón no mantiene relaciones diplomáticas. Diez organizaciones, también en el extremo chillón y gárrulo, sumaron altavoces para denunciar la diplomacia "traidora" de Kanemaru. Nuevamente, la cuartelada ultra fue sofocada merced a los buenos oficios de otro capo en el hampa.

El 23% de los hombres veinteañeros y un 17% de las mujeres, en una muestra de 3.000 personas, consideraron "no necesariamente mala", o "inevitable" la contratación de mafiosos para recuperar dinero prestado, asegurarse protección o forzar la firma de un determinado contrato. Algunos destacaron su habilidad con morosos. Por temor a una venganza, casi un cuarto dudó sobre su disponibilidad en la prestación de testimonio contra un gánster sorprendido en plena comisión deL delito. Entre un 30% y un 40% atribuyó al sistema judicial excesiva lentitud y consideró que la intervención policial complica a veces las cosas. Una abrumadora mayoría, en torno al 80%, se manifestó contraria al reclutamiento de pistoleros.

La ofensiva del Gobierno contra la delincuencia organizada, que nació durante el feudalismo impartiendo órdenes y mamporros entre comerciantes, apostadores o prostitutas y saltó después a la política y las finanzas, prospera. La policía calcula que el censo mafioso es de 56.000 miembros al haber abandonado 7.200 de ellos las organizaciones este año.

Sus principales dirigentes, siempre con ínfulas patrioteras, desafían la nueva ley argumentando que encabezan "organizaciones tradicionales" con siglos de historia. ¿Y quién podría negar el predicamento social de la yakuza cuando alguno de sus miembros ocupa asiento en una asamblea local? Tsuyoshi Yamagi, de 58 años, que fue militante del sindicato, imparte ahora doctrina y veladas amenazas desde las bancadas del Parlamento de Odate. Sus detractores aseguran que comerciantes y propietarios votaron su candidatura para evitar problemas. "Señor alcalde, hasta ahora usted ha tenido una vida tranquila y honorable, pero...", advirtió durante la apasionada defensa de nuevo un gimnasio. Considerado por sus amigos como agresivo y agudo legislador, Yagami rechaza la definición de mafioso. "Soy un yakuza autóctono que lidera la causa de los pobres y afrentados", precisó.

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