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Entrevista:

"El PSOE ha arruinado un crédito muy amplio"

"El próximo Gobierno tendrá que cargarse de autoridad moral"

El responsable de la campaña electoral del PP acusa al PSOE de haber dilapidado la enorme confianza de sus electores. Considera que ha llegado el momento del centro-derecha que representa su partido

Texto: Foto: García Cordero

Javier Arenas, nacido en Sevilla hace 35 años, casado, padre de una niña, es el coordinador de campaña del Partido Popular y, además, el número uno por Sevilla. Si se añade cierta gracia andaluza y bastante mala uva política cuando le interesa, resulta la contrafigura de Alfonso Guerra. El vicesecretario general del área electoral de los populares es abogado, master en alta dirección de empresas y funcionario en excedencia del Ministerio de Cultura, cuya supresión y absorción por otro departamento propone su partido en el programa electoral. Su carrera política comenzó en UCD -donde llegó a presidir las juventudes-, siguió por el PDP (democristiano) y recaló en el PP de la mano de José María Aznar. Ahora es uno de los hombre más ocupados de España o, por lo menos, hace como si lo fuera. Da cita en la sede central de Génova, 13, en Madrid. Con suerte, es posible encontrarse y hablar con él tres horas después en el zaguán de un hotel a varios kilómetros del punto inicial.

Pregunta. ¿De la presidencia de las Juventudes de UCD a la dirección del PP hay un largo camino de transfuguismo o de coherencia?

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Respuesta. De coherencia, desde luego. He estado siempre en posiciones políticas moderadas, y mi trayectoria encierra una lógica que desemboca en lo que el Partido Popular ya ha conseguido, agrupar en una alternativa coherente todas las fuerzas del centro derecha.

P. ¿Y cómo conviven en la misma organización el centro y la extrema derecha, según dice Narcís Serra?

R. Eso es una tontería de Serra, que se nos ha aparecido en esta campana como un fantasma llegado de la nada. Ahora, yo creo que los españoles han descubierto a una estrella de la comunicación, y que los socialistas debían sacarlo más a la luz y, sobre todo, hacer que hable. Nos ayuda a ganar las elecciones.

P. Pero es cierto que la extrema derecha no tiene una expresión política propia. A algún sitio deben ir sus votos.

R. La sociedad española ha demostrado sabiduría y buen sentido al dar su confianza desde que comenzó la transición. Le encomendó la tarea difícil de hacer una Constitución para todos y de poner en marcha la democracia a la UCI). Luego, quizá también como una prueba de buen sentido, renovó su ilusión por el futuro votando a los socialistas. Las opciones se han movido entre el centro izquierda y el centro derecha, que nosotros represen tamos ahora. La extrema derecha no existe en España porque la sociedad no tolera extremismos.

P. ¿Qué siente cuando un intelectual progresista como Eugenio Trías da a en tender que quiere ver morder el. polvo al PSOE y que no le preocupa una victoria de Aznar si no es por mayoría absoluta? R. El PSOE ha arruinado un crédito muy amplio que le dio el electorado. Hay sectores de izquierda que han comprobado el mal uso de la mayoría absoluta y su influencia en el vaciamiento de algunas instituciones democráticas, sin las cuales el sistema no funciona bien. Si esto se une a las irregularidades, la corrupción y el descaro en su tratamiento, que han llegado de la mano de los mis mos que predicaron ética, se comprende que haya mucha gente de izquierda partidaria de una regeneración del PSOE, pero desde la oposición. P. ¿No teme decepcionar una gama de expectativas tan amplia y que luego les pasen rápida mente la factura, como le ha sucedido a Edouard Balladur en Francia?

R. Son situaciones distintas. Balladur se ha encontrado con que la si tuación económica era mucho más dificil de lo que confesaba el anterior Gobierno socialista y de las peores previsiones de la oposición. En España van a ser necesarios también sacrificios, pero lo importante es un cambio de actitud y de talante del poder. El próximo Gobierno tendrá que cargarse de autoridad moral, dando ejemplo de austeridad y rigor, antes de pedir cualquier esfuerzo.

P. Usted es el responsable de dirigir la campaña de Aznar. ¿Qué errores ha cometido hasta ahora?

R. Seguro que algunos. Por ejemplo, la semana siguiente al fichaje de Baltasar Garzón como candidato socialista puede que nosotros no hayamos dado un ejemplo de coherencia en las interpretaciones, pero, en todo caso, el efecto juez Garzón se ha ido desinflando a medida que el candidato socialista Garzón ha tenido que hablar.

P. ¿A Manuel Fraga lo tienen escondido?

R. A Fraga le solicitó el comité de campaña cinco fechas libres para que pudiera intervenir en otros tantos mítines nacionales. Fue él quien decidió quedarse en Galicia y hacer campaña sólo allí, donde participará, junto a Aznar, en un acto. En Galicia esperamos ganar por un margen muy amplio.

P. ¿Personal y políticamente, usted se juega mucho en el resultado? R. A mí me ha tocado preparar la campaña y dirigirla, y a eso estoy entre gado, con todas las consecuencias. Aceptaré con mucho gusto todas mis responsabilidades, sea cual sea el resultado. Yo creo que será bueno.

P. Pero ha habido algunas contradicciones en áreas importantes. El mismo día que usted consideraba un asunto de Estado el envío de más tropas españolasa Bosnia, Aznar, en Ceuta, marcaba distancias con el Gobierno y decía que no desea que vayan más soldados.

R. Yo dije a una emisora de radio que la política de seguridad exterior no debe ser materia de controversia electoral y debe estar por encima de las diferencias de los partidos, y reiteré nuestro apoyo a los soldados españoles que trabajan allí por la paz. Aznar fue preguntado con insistencia qué haría él respecto a Bosnia y contestó que no desea el envío de más tropas, aunque todos los soldados tendrán siempre el respaldo de nuestro partido. No hay contradicción.

P. ¿Cómo se entiende que Aznar reclame mayor intervención europea en Bosnia, pero que la hagan otros?

R. Hay más de un millar de soldados españoles en misión de paz en Bosnia-

Herzegovina. España ha

hecho un esfuerzo muy importante y nosotros lo hemos respaldado siempre. No ha sido un país tacaño. Dicho todo eso, nosotros no deseamos que vayan allí más soldados españoles. Es una posición muy clara. P. Guerra no ha aceptado hasta ahora ningún debate con usted. ¿Le decepciona? ¿De qué le hubiera hablado?

R. Guerra ha rechazado todas las propuestas de debate conmigo que se le han hecho desde muy diversos medios de comunicación, en nuestra calidad común de números uno por Sevilla y en nuestra condición de coordinadores de las respectivas campañas. Si hubiera tenido oportunidad, yo hubiera tratado de conocer qué piensa de la crisis económica y del paro, que es lo que interesa a los ciudadanos. En mi opinión, Guerra tiene mucho que decir en su partido, el PSOE, y nada que decir a la sociedad.

P. ¿Los debates son la gran victoria del PP en esta campaña?

R. Nosotros los hemos reclamado con insistencia durante la legislatura, porque son un instrumento normal en todos los países de Europa que aquí se eludía o se distorsionaba. La sociedad, hasta ahora, tiene la impresión de que en general los estamos ganando.

P. Ustedes sostenían que los debates en televisión eran la condición imprescindible para abaratar las campañas electorales. ¿Se han aplicado el cuento?

R. Hemos preparado una campaña bastante austera y espero que se ajuste al presupuesto. Vamos a gastar 1.800 millones de pesetas, incluido el envío de cartas de Aznar a todos los electores, que cuesta 600 millones. Es mucho dinero, pero hay que tener en cuenta que invertiremos 800 millones menos del máximo legal y 200 menos que en 1989, si el cálculo se hace en pesetas de hoy.

P. Pero sus mítines, por ejemplo, están mucho mejor organizados que antes. ¿Le va a creer alguien si dice que la campaña es más barata que la de 1989?

R. Es la verdad. Esta vez nosotros compramos directamente el papel y contratamos la publicidad. El reto es suprimir intermediarios.

P. ¿La influencia de la televisión pública es tanta como para que sea la bestia negra de esta campaña?

R. Al margen de su influencia poderosísima, Televisión Española la pagamos todos con nuestros impuestos. Nos parece un alarde de desvergüenza, por no decir otra cosa, que el candidato González se haya autoconcedido desde el Gobierno un crédito de más de 60.000 millones para seguir alimentando una televisión controlada por el poder y empeñada en despreciar y maltratar a una parte muy importante de los ciudadanos que la financian. Es muy Iamentable, pero, sean cuales sean nuestros resultados, el 7 de junio yo tendré derecho fundado a pensar que sin Televisión Española habríamos conseguido un resultado mejor, con más escaños.

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