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Los muñecos de la muerte

El fuego mata a más de 200 personas en -una abarrotada fábrica de juguetes de Bangkok

AGENCIAS, El horror tomó la forma del fuego y llegó a las cuatro de la tarde del lunes (hora local) para cebarse sobre todo en cientos de mujeres jóvenes que a esa hora abarrotaban una fábrica de muñecos de peluche situada a las afueras de Bangkok. A media tarde de ayer habían sido rescatados los cuerpos de más de 200 víctimas, mientras los hospitales de la capital tailandesa atendían a otras 540, heridas de diferente gravedad.

En una trágica sucesión de desgracias, el cortocircuito que según las autoridades originó el fuego se concatenó con la explosión que el jefe de seguridad de la planta, Uthai Chamnan, describió como el primer aviso del desastre, y las llamas se extendieron con facilidad por un lugar donde plásticos y materiales químicos se almacenaban sin ningún control para fabricar los elefantes, osos y perritos de peluche para el mercado occidental.

Poco después se derrumbó la primera planta y cerró la escapatoria a los aterrados trabajadores -entre 800 y 4.000, según diferentes informaciones- Mientras, en los tres pisos superiores carentes de ventanas quedaron atrapadas cientos de personas que, o bien perecieron con el humo, aplastadas en las escaleras o junto a las dos únicas salidas de urgencia, o bien quedaron gravemente heridas al saltar desde cuatro alturas. La alarma contraincendios no llegó a sonar y los bomberos se retrasaron por el intenso tráfico.

"¿Cómo ha podido ocurrir esto?", preguntó el primer ministro, Chuan Leekpai, a un ingeniero provincial después de visitar el lugar. "Usted permitió el funcionamiento de una factoría como ésta sin jamás inspeccionarla". El ingeniero no le contestó.

Wimala Kantaisong, guarda de seguridad de la empresa, aseguró que "el edificio se colapsó en menos de un cuarto de hora tras el comienzo del fuego". La planta de la compañía Kader Industrial, filial de una empresa de Hong Kong, está especializada en la producción de juguetes a bajo coste con la baratísima mano de obra proveniente de las deprinúdas zonas agrícolas.

De las primeras 170 víctimas rescatadas de entre los restos humeantes del complejo de cuatro edificios, más de 120 eran mujeres y al menos dos de ellas se encontraban en avanzado estado de gestación. Todos los supervivientes incidían en las casi nulas condiciones de seguridad y evacuación de los edificios. Mientras miles de parientes de posibles víctimas se arremolinaban en los alrededores, la policía de Bangkok, preparada con todo el dispositivo antidisturbios, acordonaba el lugar para impedir que el gentío entorpeciera aún más las ya difíciles tareas de rescate.

"Este fuego es el cuarto en pocos meses", dijo Prida Chikhaowang, una mujer que llevaba trabajando ocho meses en la fábrica y que vio saltar a la muerte a su supervisor. "No dejaré que mis otras hijas trabajen para una compañía como ésta, sin ninguna seguridad", se lamentaba Vunthing Kongina, un hombre de 45 años que se desmayó al ver el cadáver de su hija, Krirung, de 20 años, rescatado poco antes de entre las ruinas.

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