_
_
_
_

Rominger destroza a Delgado

Carlos Arribas

CARLOS ARRIBAS, Tony Rominger (Clas) puso ayer una nueva piedra para ganar de nuevo la Vuelta. El corredor suizo, de 32 años, se impuso en la cima del Alto de Ampriu tras una etapa que se jugó en los últimos 10 kilómetros. El líder, Alex Zülle (ONCE), tuvo que resistir en solitario los ataques del Clas y el Amaya, que destrozaron la carrera. El joven suizo mantiene el maillot amarillo por sólo 18 segundos. Pedro Delgado (Banesto) pasó un mal día y sólo pudo evitar un descalabro gracias a su compañero de equipo Marino Alonso. En la general se encuentra ya a casi cinco minutos del líder.

Más información
Recuperación y preocupación

Esta diferencia aumentará mañana en la contrarreloj de Zaragoza. Más fuerte fue el hundimiento de Erik Breukink (ONCE), que cedió más de siete minutos. La Vuelta parece ser un juego suizo con sólo Laudelino Cubino (Amaya) como tercero en discordia."No habrá diferencias. No hay terreno suficiente", decían los directores de cara a la galería Todos en la salida decían el típico "mira como tiemblo" para mostrar su tranquilidad. "¿Nerviosos, por qué?". Y a tomar un café.

Como si un trueno estallara pillando desprevenidos a los pastores que corren a buscar refugio despavoridos, así se desperdigó el pelotón. Tranquilos y confiados habían marchado durante más de 200 kilómetros. Una es capada de modestos que iba a morir en las primeras rampas de Cerler fue el único borrón en un encefalograma plano. Eso y los primeros preparativos tácticos El ONCE primero, el Amaya después y luego el Clas empeza ron a desperezar la marcha. Así pedaleaban los primeros escogidos, un grupo de unos 50, cuan do comenzaba el último puerto.

Y allí sonó el trueno. El terreno ideal. Aquel en el que le gusta desatar las tormentas a Javier Mínguez, director del Amaya. Primero, un resoplido. Mikel Zarrabeitia se puso de pie en la bicicleta. Un desarrollo descomunal y un esfuerzo sobrehumano durante un par de centenares de metros. Como la liebre de una carrera atlética, el joven vasco miró hacia atrás para ver si le seguían los suyos y para comprobar los efectos devastadores de su ataque. Y los suyos venían. Y algún enemigo se revolvía. Allí Zülle cometió su primer error.

El líder, que se sentía fuerte, intentó seguir la rueda del granadero del Amaya. Hasta que de repente se quedó vacío. Rominger, que iba a su lado, más experto, se quedó a la sombra, protegido por su compañero Gastón. Breukink ya había desaparecido del mapa. Y Delgado comenzó a sufrir.

Segundo golpe: otro Amaya, Oliverio Rincón, se va. Supera a Zarrabeitia, que comienza a descansar, y empieza, animoso y ligero, a comerse las rampas más duras de la subida a Ampriu. Los elegidos son ya sólo ocho. Cubino se desgaja de ellos y se prepara para rematar la acción. Para llevar la bandera del ejército victorioso a la cumbre de la montaña conquistada.

"En ciclismo nunca se sabe" decía un dubitativo Breukink antes de salir. El hombre que duda, falla. Y en ciclismo, a veces, sí se sabe lo que va a pasar. Por lo menos el secreto lo conoce un corredor: Tony Rominger. Entró él en acción y el método derrotó a la anarquía. "El esfuerzo tiene que ser calculado. No se puede atacar a lo tonto", sentenciaba entonces Juan Fernández, director del Clas. El hombre que convenció a Rominger de su capacidad El granadino que se ha convertido también a la escuela científica. El lema de la pareja es: "cuando una cosa se puede hacer, se hace". Rominger lo expresa a su manera: "Las carreras que gano yo no son sorpresa. Si no estoy en forma no gano porque ni siquiera lo intento". O lo que es lo mismo: el suizo del Clas se siente imbatible cuando se nota al 100 por 100.

La hora de Rominger

Y cuando atacó Cubino, al suizo meticuloso le dijo la cabeza que era su hora. Y para arriba se lanzó. Zülle, el suizo impulsivo, cometió su segundo error. Otra vez intentó seguir una rueda fuerte demasiado pronto. "No debe dejarse llevar por los nervios, debe subir a su ritmo, tranquilo, aprovechar los falsos llanos y las rampas más débiles para recuperar fuerzas", recitaba su director, Manolo Sáiz, y, como si se le hubiera transmitido telepáticamente, Zülle lo entendió.

El líder supo que hay veces en que no se puede ganar y que el esfuerzo y el sufrimiento sólo valen para limitar los daños. Y así inició su camino de purificación solo. Por delante los atacantes, entre medias, él, y por detrás los más doloridos. Alonso, Delgado y Montoya. Ojos casi llorosos y bocas demasiado pequeñas para tragar el oxígeno necesario. Músculos duros y miradas vidriosas. Unas rampas no especialmente empinadas se les hacían imposibles.

Los de delante eran otra cosa. Sobre todo Rominger. Capturado Cubino, Rincón también cayó en sus redes. Fue como una razzia policial. Uno tras otro, los sospechosos fueron detenidos. Y Rominger iba suave, sin aspavientos, sin moverse apenas del sillín. Mecánico marcaba el ritmo. Rincón, a su rueda, pensando simplemente en no perder terreno y ganar la etapa. Cubino, por detrás, sentía que se le acababa su terreno. Que en el falso llano no podía más y que por ahí se le escapaban las ilusiones. "Quizás sea suficiente llegar con los suizos", había dicho la víspera y quizás se lamentaba del presagio. Porque Rominger se le iba y Zülle se le acercaba. Y con sus ilusiones se le escapó la Vuelta entre las manos. Un escalador puro ya no puede ganar una gran ronda. Sobre todo cuando los contrarrelojistas son ya hombres fuertes en la montaña.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_