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VUELTA A ESPAÑA 93

Cerler comienza la cuenta atrás

La 'Semana Grande' de la carrera se abre con un puerto clave en la vida de Cubino

Carlos Arribas

CARLOS ARRIBAS, En 1987 un joven debutante maravilló a todos los aficionados al poner en fila india a los escarabajos colombianos. Un año después, Laudelino Cubino, ya famoso,viajaba también hacia Cerler, pero esta vez vestido de amarillo. Todos preveían que el escalador se afianzara como líder de aquella Vuelta. Fue la gran decepción. Cubino se, hundió penosamente. En los 15 kilómetros de rampas que unen Benasque y el Circo de Ampriu, nació el mito de unhombre irregular y taciturno que nunca ganaría la Vuelta. Allí, hoy, comienza la Semana Grande de la Vuelta. Los escaladores empiezan la cuenta a trás para tratar de derribar al líder, Alex Zülle. Y allí, Cubino espera reencontrarse a los 29 años.

Laudelino Cubino se acuerda perfectamente de lo que le sucedió en 1987 y 1988, pero, selectivo en su memoria, no piensa en ello. "Cada año es diferente. Tienes otras sensaciones y otras fuerzas y no vale de nada recordar el pasado", sentencia.Pero la voluntad no cierra la memoria. Seguro que el escalador de Béjar se conoce como su propia casa ese arranque, de unas decenas de metros al 11% de desnivel. Aparece apenas dos kilómetros después de Benasque. La carretera va tomando su forma de embudo, estrechándose poco a poco. Al principio, los cuatro primeros kilómetros, la carretera es ancha y la pendiente media no supera el 9%. Así, hasta Cerler, a 1.544 metros de altitud. Quedan nueve kilómetros y 360 metros de desnivel por superar. Sólo falta una fase dura. Después, hasta hay un descenso entre medias, para terminar casi llano.

"No es un terreno que sirva para marcar diferencias", asegura Cubino. "Pero es posible que algún favorito pinche. Que es de lo que se trata". Este planteamiento es optimista y se le podría dar la vuelta. Y eso lo reconoce también Cubino: "A ver como van las cosas, porque a lo mejor ya sería mucho no sólo no sacar un puñado de segundos, sino mantenerse junto a Zülle o Rominger".

Los directores implicados prefieren la premisa negativa. Vienen a decir: "Sí, hay que atacar. Pero, ¿cuándo y conquién? ¿Y si los míos no tienen el día y resulta que los atacantes acaban siendo atacados?"

El terreno no ayudará excesivamente a los conjuntos de escaladores. Es un poco su queja: la mayoría de las etapas que acaban en alto son eso precisamente, un final en alto y poco más.

Cerler nunca ha marcado diferencias porque no hay terreno duro antes para marcar estrategias típicas de etapas de montaña: puerto tras puerto, como en el Tour, y lanzamiento de diferentes corredores. Previsiblemente, los favoritos llegarán agrupados a la base de Benasque, y allí cada uno se fiará de sus fuerzas. Y serán pocos kilómetros los verdaderamente duros.

Es el día para una demostración de clase, pero de poca ganancia en segundos, a pesar de que Juan Fernández cree que las piernas pagarán el acostumbrarse a un nuevo desarrollo en la bicicleta: de los 52 piñones enel plato se bajará a los 43 o 44. Diferente resistencia y diferente ritmo de pedaleo.

No parece probable que Zülle deje de vestir de amarillo. José Luis López Cerrón, segundo del Amaya, lo explica: "Me recuerda al año de Mauri. Sólo había puertos al final y un corredor que no sea buen escalador sabe sufrir mejor así, sabiendo que es un puerto duro y que después llega el descanso. No es lo mismo que si sufres en un puerto sabiendo que después viene otro y otro..."

Para que pinche Zülle se impone otra teoría, la de la acumulación: ya que las etapas -exceptuando quizás la de Alto Campoo- no ofrecen puertos duros seguidos, el joven suizo, según esta versión, se hundiría porque martes, miércoles y jueves se sucederán tres días con subida final.

Y, en éstas, Cubino se muestra precavido. "He decidido ser prudente. No hablar antes de tiempo para que luego no se diga que soy un bocazas cuan do fallo", cuenta. "Pero estoy más dispuesto que en ninguna otra Vuelta y ya me siento men talmente capacitado para ganarla". Cubino es consciente de su contradicción histórica: ser escalador en tiempos de contra rrelojistas. Si hubiera nacido 10 años antes, habría tenido más éxitos. Pero él lo prefiere así: "Si hubiera nacido 10 años an tes, habría ganado menos dinero".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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