Aclamación y optimismo
A. D./L.R. A., Miles de cargos públicos y militantes socialistas aclamaron ayer a Felipe González como candidato a la presidencia del Gobierno en un clima de optimismo durante el primer acto de la precampaña electoral celebrado en Madrid. Felipe González compareció junto con el vicesecretario general, Alfonso Guerra, y el secretario de organización, Txiki Benegas, en el Palacio de Exposiciones y Congresos, en medio de una exultante ovación de los reunidos, que abarrotaban las dependencias.
En las primeras filas estaban los ministros y representantes de la comisión ejecutiva del PSOE, mezclados y ofreciendo una imagen unitaria. La proximidad de las elecciones y el riesgo de un triunfo del Partido Popular han contribuido a cerrar las filas del partido.
Felipe González se situó entre su esposa, Carmen Romero, y Alfonso Guerra, flanqueados a su vez por el alcalde de La Coruña y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, Francisco Vázquez; el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y los dirigentes socialistas Txiki Benegas y Francisco Fernández Marugán. González siguió desde primera fila la presentación del presidente del PSOE, Ramón Rubial, que alertó sobre el riesgo de un triunfo de la derecha.
Aplausos a Garzón
Una sensación de optimismo se reflejaba ayer en la intervención de Felipe González y en el público, que contrastaba con anteriores comparecencias partidarias. González fue interrumpido repetidas veces con aplausos. Su referencia al juez Baltasar Garzón -que ha recibido duras críticas de algunos medios a los que González no citó- fue acogida con una gran ovación en la sala.
También fue aplaudida su referencia a algunos sindicalistas asistentes en la sala. Se refería a los ugetistas Manuel Garnacho y Paulino Barrabés, que han solicitado el voto al PSOE.
El discurso de González combiné el optimismo -"vamos a ganar", dijo, lo que fue seguido por otra de las ovaciones de la tarde- con el avance de un nuevo proyecto de "reforma dentro de la reforma".
González trató de convencer a su auditorio de la necesidad de abrir el PSOE a la sociedad. Defendió la conveniencia de introducir independientes en las listas como símbolo de la incorporación de nuevos sectores sociales a un proyecto de progreso.
En su discurso hizo una defensa del medio ambiente e incluso jerarquizó las prioridades españolas en esta materia con la defensa del agua, en primer lugar; la lucha contra la desertización en segundo, y la lucha contra la lluvia ácida, en tercer lugar.
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