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El triunfo de Yeltsin en el referéndum, empañado por su relativo fracaso en las repúblicas no rusas

Pilar Bonet

La victoria de Borís Yeltsin en el referéndum del domingo se ve ensombrecida por dos problemas que ayer mismo se pusieron de manifiesto. Por una parte, la firme decisión de sus oponentes conservadores de seguir resistiendo, tal vez de forma desesperada, y por otra, el rechazo a su política de las repúblicas nacionales de la Federación Rusa, que Yeltsin había considerado como parte de su estrategia para establecer las bases del nuevo Estado, al margen del Parlamento.

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Una victoria clara, pero incompleta

Borís Yeltsin valorará políticamente el referéndum y anunciará sus planes tras el análisis de los resultados definitivos, según anunció ayer el secretario de Prensa del presidente, Viacheslav Kóstikov. Los resultados finales se darán a conocer el 5 de mayo, y Cabe esperar que el Congreso de los Diputados decida, a su vez, reunirse a partir de esa fecha. El presidente estudiaba ayer los datos del plebiscito, a medida que éstos iban llegando de las provincias.Los resultados facilitados anoche hacían referencia a 79 de los 89 distritos en que está dividido el país y representan un 93,5% del total. La participación media fue del 65,46%. El 59,20% votó sí a la primera pregunta; el 53,61% votó sí a la segunda, y un 67,55% votó también sí a la cuarta pregunta. La tercera pregunta, que se refiere a, elecciones anticipadas a la presidencia del país, y para la cual Yeltsin pidió el no, obtuvo, según estos resultados no definitivos, el 49,93%. Para obtener la victoria en la primera y segunda preguntas se requería el 50% de los votos emitidos. Para la victoria en la tercera y cuarta, el 50% del censo electoral.

Durante una sesión del presídium del Sóviet Supremo, Ruslán Jasbulátov, el jefe del Ejecutivo, manifestó ayer que el referéndum no ha producido "ni vencedores ni vencidos", y añadió "ha consumado el cisma de la sociedad, y ha sido una etapa más en el proceso de debilitamiento del Estado".

"Se ha puesto de manifiesto el papel totalmente negativo de la radio y la televisión", señaló Jasbulátov, el principal rival del presidente, refiriéndose al dominio que los yeltsinistas han ejercido en estos medios de comunicación en vísperas del referéndum. "La sociedad no puede seguir tolerando el terror informativo", señaló. En opinión de Jasbulátov, tres días más de campaña hubieran bastado para conseguir "unos resultados totalmente diferentes", ya que "la máquina de contrapropaganda que pusimos en acción de forma muy eficaz, para neutralizar la mentira de Poltaranin-Goebbels, comenzó a funcionar a plena potencia en el último día".

Jasbulátov se refería a Mijail Poltaranin, el jefe del Centro de Información Federal. Éste advirtió ayer que los intentos de limitar la libertad de expresión serían contemplados como una "campaña de venganza contra la prensa". El presídium decidió ordenar la reorganización del Comité de Medios de Comunicación del Parlamento, a petición de su presidente, Vladímir Lisin.

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La guerra de declaracionesentre los representantes del Ejecutivo y del Legislativo continuaba ayer, como antes del referéndum. Viacheslav Kóstikov salió al paso de las declaraciones de Jasbulátov y dijo que éste había mostrado una vez más su "falta de respeto" por la voluntad del pueblo y la "posición patriótica" de la población rusa. Según Kóstikov, existe el peligro de que la dirección del Sóviet Supremo, sintiendo que el suelo desaparece bajo sus pies, empuje a los diputados a acciones irreflexivas y agresivas". Estás acciones "pueden perjudicar a la democracia rusa y, en parte, a los derechos de los rusos a la libertad de información Y libertad de expresión", señaló Kóstikov.

Mientras los seguidores del presidente daban muestras de alborozo y exhortaban a los diputados del Parlamento a renunciar a sus escaños voluntariamente, la oposición trataba de minimizar el plebiscito.

El voto de censura al que Yeltsin ha sido sometido por un gran número de las unidades territoriales nacionales de Rusia (repúblicas y regiones autónomas) supone un elemento de reflexión importante para el presidente, cuyo proyecto de Constitución reservaba un papel privilegiado al Consejo de la Federación en el nuevo régimen estatal.

Del total de 89 distritos electorales de Rusia, 31 eran distritos nacionales, es decir repúblicas y regiones autónomas. En el conjunto de 23 repúblicas y autonomías sobre los que se tenían datos anoche, Yeltsin no superó el voto de confianza en 12 y había vencido en 11. De esta última cifra, cinco distritos se encontraban en Siberia, la principal reserva de materias primas de Rusia, y el Lejano Oriente, zona sometida a la influencia de los mercados asiáticos.

El Cáucaso del Norte, la región más conflictiva de Rusia, no apoyó a Yeltsin, con excepción de Osetia del Norte. De las seis repúblicas del Cáucaso del Norte que votaron (todas, excepto Chechenia), cinco expresaron desconfianza tanto hacia el presidente como a su política, que tampoco rebasaron el listón en cuatro repúblicas de la zona del Volga (región donde se concentra buena parte de la industria militar). En Mordovia, donde el Ejecutivo y el Legislativo locales mantienen un microconflicto semejante al de Yeltsin y Jasbulátov, el presidente sólo obtuvo un 38% de los votos de confianza. Bashkiria dió un voto de censura al presidente y a su política, que vencieron en las unidades territoriales nacionales de la parte septentrional europea.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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